Chile estallido social de octubre Noviembre N° 3 | Page 8

COLUNA DE OPINION DE MEDIOS ALTERNATIVOS INDEPENDIENTES Sobre la violencia, el Estado de Excepción, y la encrucijada global actual. A pro- pósito de la revuelta popular en Chile Lo que está pasando en Chile y muchas otras partes del Mundo, es entre otras cosas una encrucijada histórica de marca mayor, en la que existe la posibilidad de un paso de avance de un militarismo extremo y un Estado de Excep- cion como cuestión generalizada y creciente, como «norma» más allá de lo escrito y lo declarado, como «normali- dad» a la cual los Pueblos tendrían que acostumbrarse a padecer. Un Estado de Excepción donde se pretende que las violaciones más graves y sistemáticas a los Derechos Humanos más esenciales pasen a ser habituales y parte de la cotidianeidad. Lo anterior es una cuestión impulsada por los poderes más altos de la escena planetaria en el último tiempo, cues- tión que, como tantos intelectuales y observadores han observado, es una tendencia acrecentada a más no poder tras los sucesos aún no aclarados y altamente sospechosos del 11 de septiembre de 2001. Tal tendencia tiene a los poderes vinculados al imperio estadounidense a sus principales protagonistas. Del otro lado, estamos las resistencias, luchas, y anhelos populares que nos oponemos a tan preocupante escenario, que puede terminar de arrasar con las condiciones básicas de vida y sociedad en nuestro planeta. A ningún ser humano de mínima bondad debiera gustarle la violencia por la violencia. Pero en la historia y en el presente, hay violencias legítimas e inmersas en procesos de movilización y revuelta popular que tienen sentido y razón, procesos que son tan justos que hay momentos en que el apoyo a ellos es tan mayoritario y asentado en profundas causas y convicciones, que el ejercicio de la violencia popular, en un sentido de autodefensa y de rebeldía ante el inaceptable e invivible orden establecido, es preciso defender y ejercer. Por cierto, no toda violencia en general ni popular en particular, debiera ser defendible. La violencia contra las cosas, es distinta a la violencia contra las personas. La violencia defensiva frente a la respuesta militarizada de un régimen de facto, es distinta a la frente a fuerzas o personas no armadas, o ante un orden más democrático y sujeto al Derecho. Lo anterior, que suele satanizarse por la prensa dominante y el discurso liberal más conservador, no es algo ajena a las normas y principios Derecho vigente. En prácticamente todas las legislaciones penales del Mundo se reconoce y regula el ejercicio del derecho a la legítima defensa, cuyos principios generales, pueden servir también a evaluar la legitimidad de la violencia popular (y de todas violencia, también la estatal), en particular, la proporcionalidad entre 8