C(H)ARÁCTER
sus puestos y que por la situación económica no los podía emplear en otra empresa.
Estos salieron furiosos, y al día siguiente encontró todas las paredes de la fábrica
pintadas con letreros en donde lo llamaban ladrón y lo amenazaban a él y a su familia.
Semejante día tan terrible hizo que el Señor Soft se encerrara en su casa durante una
semana, sin querer hablar con nadie, sin salir del miedo que le daba que lo atacaran, y
dedicándose como nunca a sus pinturas, sus peces y sus cuentas. Buscaba con
desesperación alguna fórmula para salvar su empresa, y el agotamiento que todo esto le
produjo lo llevó a contraer una terrible gripa, que hacia que no pudiera respirar bien. Con
su esposa ni se hablaba, se cruzaban a la hora de la cena sin intercambiar casi
palabras, y ella dormía en la otra habitación para no contagiarse con la influenza. Felipe
era su único consuelo, quien hablaba con él, le curaba el dedo infectado y lo consolaba
en su tristeza.
Poco a poco se fue calmando y aunque su gripa no pasaba y su dedo cortado se había
infectado y ahora tenía una ampolla espantosa, decidió, con los consejos de Felipe,
reconciliarse con su esposa. Una semana después invitó a Maya a comer, y cuando se
iban a ir aproximadamente a las seis, el Señor Soft tuvo que detenerse a mitad del
camino y dijo que regresaría muy rápido porque se le había olvidado darle de comer a
sus peces. La reservación era a las seis y veinte, en el restaurante favorito del Señor
Soft, a solo 1 0 cuadras de su residencia, pero como ya era Semana Santa y había
mucho tráfico tenían que salir con anticipación. Apenas llegaron a tiempo para la
reservación. Decidieron ir temprano para que el frío de la noche no le hiciera más daño a
la ya delicada salud de Señor Soft. Este primero pidió el mejor vino que tenían en el
restaurante y luego pidió también el plato especial de la casa llamado “Camarones c’est
magnifique”, plato que siempre pedía, pues su salsa le encantaba y a veces, mientras
nadie lo miraba se la comía sola a cucharaditas, como un niño chiquito. Maya por su
parte pidió un arroz chino con camarones, pollo y carne.
Mientras traían la cena, el Señor Soft sufrió un terrible ataque de tos con flema y tuvo
que retirarse al baño. Mientras tanto su esposa se quedó en la mesa, sacó maquillaje de
su cartera arreglándose y cuando llegó la comida aprovechó para echarle la salsa a los
camarones. El Señor Soft volvió bastante congestionado del baño y respirando mal.
Maya le insistió en que comiera un poco y se fueran a casa, y él, queriendo complacerla,
dio un par de bocados a su plato, pero después de dos o tres minutos el Señor Soft tomó
una gran bocanada de aire como ahogándose, y cayó en un sueño infinito mientras
rebotaba contra el piso sin que nadie pudiera hacer algo..
La Señora Soft horrorizada al ver la escena llamó a Felipe al instante, mientras del
restaurante llamaban a la ambulancia. Felipe que estaba cerca en casa llegó muy
rápidamente. Al tiempo con los de la unidad de rescate, sin embargo ya era demasiado
tarde. Su padre estaba muerto. No valió ninguna estrategia para resucitarlo.
Felipe entonces empezó a gritar desesperado exigiendo que la policía investigara si su
padre había fallecido por causas naturales, pues aunque había estado enfermo él no
creía que pudiera morir así tan de repente e hizo que todos se alejaran de la mesa,
acercándose a mirar los alimentos que consumió su padre, y gritando que estos se veían
raros. No paraba de gritar y manotear, mientras en sus manos relucían unos elegantes
guantes de piel de ante.
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