C(H)ARÁCTER
para darle forma de vasija, y los genios prepararon la dilución allí. Fue
rápido y sin perder tiempo, los dos gnomos, la salamandra y el
humano corrieron frente a los monstros y Mirtle creó una pared de
Fuego para asustarlos y distraerlos. Los ogros y trolls se aterrorizaron
y corrieron dando vueltas como locos, vociferando del miedo.
Debilitado, después de mantener la pared tanto tiempo, Mirtle se lanzó
al suelo a recobrar energías. Los monstruos estaban dispuestos a
atacar cuando luego, casi por bendición, desde arriba cayó, como una
lluvia densa, el desencantante logrando que los dragones
recapacitaran.
Olsdad se comunicó, a duras penas, con los gigantescos seres, que
finalmente entendieron todo y les ayudaron a pasar hasta el escondite
de Melquies. No hubo más peligros, pues los ogros recordaban todas
las trampas y las eludieron con eficacia. Descubrieron al gran
Melquies atado por gruesos grilletes a la pared de una ínfima celda
atestada de ratas y suciedad, con una barba extremamente larga y
desarreglada. Lo liberaron y todos pensaron que estaría muy
enfadado por el desdeñoso trato que había recibido durante décadas;
pero, por el contrario, el hechicero comenzó a bailar y sonreír alegre
porque había presentido por meses el rescate y ahora era cierto.
Las mouras se habían dado cuenta de la infiltración y se dispusieron a
inundar la cueva antes de dejar escapar al hechicero. El agua empezó
a subir y los gnomos estaban por ahogarse cuando Melquies hizo un
pequeño gesto con la mano y un pequeño ruido empezó a invadir el
cuarto. Con el tiempo el ruido fue aumentando y luego vieron cuando
en la pared se abrió un pequeño hueco por donde entró el poderoso
bastón de Melquies. Mirtle estaba por desmayars al verse rodeada por
tanta agua. Los gnomos resistiendo, se colgaron en Juan para no
hundirse. Al tener el bastón en las manos, lo azotó con fuerza tres
veces contra el suelo, y se transportaron en una nube blanca (en la
cual estaban los compañeros, el cuerpo de Skrítek, todos los gnomos
esclavizados, los dragones, ogros y trolls) a la estrella que los viajeros
habían dibujado la noche anterior. Desde ahí Melquies gritó Finiendum exitium- y de su bastón salió un rayo rojo directo al río y
luego de un momento dijo- Vámonos, las mouras ahora se encuentran
presas bajo el río.
Recuperar el orden fue fácil porque Melquies removió el hechizo de
los dragones, ogros y trolls permanentemente. Pero más importante,
la presencia del mago destruyó la peor maldición que padecieron los
habitantes de Nana-Asante, reino de la tierra, pues su sola presencia
acabó con el miedo que los gnomos le tenían a las mouras y sin el
pesado miedo en sus espaldas lograron devolver al reino a su época
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