C(h)arácter Vol 1 March-April 2013 | Page 42

C(H)ARÁCTER Por ende, me hizo una corta historia de todo su vida ya que prácticamente su vida inició hace 5 días. Luis me dijo: “hace 24 años nací. He vivido junto a 7 familiares toda mi vida. Ellos nacieron al mismo tiempo que yo. Hay 4 mujeres llamadas Cristina, Luisa, Juliana y Camila. También hay 4 hombres llamados Felipe, Juan, Daniel y yo, Luis. Hemos vivido en su mano desde hace 24 años, pero hace menos de 6 días empezamos a desarrollarnos. Tenemos la misma inteligencia que usted tiene. Estos días construimos nuestra casa con su vertebras. Unas veces nos hacemos los muertos para que las bacterias no nos ataquen, las bacterias solo buscan matar cualquier cosa que este viva”. Terminó de contarme y me quedé callado. Todavía no entendía una cosa: ¿por qué vivían dentro de mí, por qué nacieron en mí y por qué eran tan pequeños?. Por lo tanto me contestó: “Nosotros, aún no sabemos por qué nacimos en su cuerpo y cómo llegamos allí, pero sí sabemos que somos tan diminutos porque necesitamos adaptarnos a un tamaño específico. Luis aclaró muchas de mis dudas. Él me preguntó si me dolía cuando ellos caminaban. Le dije que no me dolía y saltó y se introdujo en mi ojo, bajó por mi cuello y terminó en mi mano derecha. Cerré mis ojos e ilógicamente, empecé a oírlos. Luis comenzó a hablar detalladamente de mí a sus familiares con los que vivía. Cuando todos me conocieron mejor, se fueron a recoger glóbulos rojos, los cuales utilizaban para beber. Vomité, no podía creer que alguien tomara sangre como bebida. Continuaron realizando sus actividades diarias como recoger la casa, explorar y vigilar si una bacteria se aproximaba, etc. Me sentía más acompañado y me fui acostumbrando a que ellos vivieran en mi cuerpo durante los primeros meses. Las 8 personitas y yo comenzamos a ser muy cercanos. También discutíamos pero siempre nos ayudábamos uno al otro. Cuando yo tenía fisuras o huesos rotos, ellos me curaban y hacían sanar el hueso, y así mismo, cuando ellos veían una bacteria rondando dentro de mí, yo simplemente tomaba remedios o drogas para eliminarlas y evitar que los atacaran. Pasé un año junto a ellos. Ellos descubrieron que mi mano derecha ya no era útil para vivir. Se mudaron a mi cerebro y se adaptaron viviendo entre mi cerebelo. Duraron otro año dentro de mí, pero empezaron a tratarme mal. Un día empezó todo, cuando se colocaron dentro de mis pulmones. Comenzaron a saltar y a divertirse dentro de mis pulmones, aprovechando que mis pulmones son delgados y gelatinosos. Comencé a sentirme mal y me asfixiaba cada vez que corría o caminaba. 42