CHARLIE Y LA FÁBRICA DE CHOCOLATES | Page 89

—Esperemos que sea la mitad superior —dijo el señor Tevé. —¡Un momento! —dijo el señor Wonka—. ¡Miren la pantalla! ¡Algo está sucediendo! La pantalla de repente había empezado a parpadear. Luego aparecieron unas líneas onduladas. El señor Wonka ajustó uno de los botones y las líneas desaparecieron. Y ahora, muy lentamente, la pantalla empezó a ponerse cada vez más brillante. —¡Aquí viene! —gritó el señor Wonka—. ¡Sí, es él! —¿Está entero? —gritó la señora Tevé. —No estoy seguro —dijo el señor Wonka—. Aún es pronto para saberlo. Borrosamente al principio, pero haciéndose cada vez más clara a medida que pasaban los segundos, la imagen de Mike Tevé apareció en la pantalla. Estaba de pie, saludando a la audiencia y sonriendo de oreja a oreja. —¡Pero si es un enano! —gritó el señor Tevé. —¡Mike! —gritó la señora Tevé—. ¿Estás bien? ¿Te falta algún trocito? —¿Es que no se va a poner más grande? —gritó el señor Tevé.—¡Háblame, Mike! —gritó la señora Tevé. ¡Dialgo! ¡Dime que estás bien! Una pequeña vocecita, no más alta que el chillido de un ratón, salió del aparato:—¡Hola, mamá! —dijo—. ¡Hola, papá!¡Miradme! ¡Soy la primera persona en el mundo que ha sido enviada por televisión! —¡Cójanlo!—ordenó el señor Wonka—. ¡Deprisa! La señora Tevé alargó la mano y cogió la diminuta imagen de Mike Tevé de la pantalla. —¡Hurra! —gritó el señor Wonka—. ¡Está entero! ¡Está completamente intacto! —¿Llama a eso intacto? ——dijo la señora Tevé, escudriñando la miniatura de niño que corría ahora de un extremo a otro sobre la palma de su mano, agitando sus pistolas en el aire. Mike Tevé no medía más de dos centímetros de altura.