Pero ahora ya no había quien detuviera a Mike Tevé. El enloquecido muchacho siguió corriendo, y
cuando llegó junto a la enorme cámara se arrojó sobre el conmutador, dispersando Oompa-Loompas a
derecha e izquierda.
—¡Hasta luego, cocodrilo! —gritó, y bajó el conmutador, y en el momento de hacerlo, saltó en medio del
brillo de la poderosa lente. Hubo un relámpago cegador. Luego se hizo el silencio.
Entonces la señora Tevé corrió hacia él... Pero separó en seco en medio de la habitación... Y allí se
quedó... Mirando el sitio donde había estado su hijo... Y su gran boca roja se abrió y de ella salió un
grito:—¡Ha desaparecido! ¡Ha desaparecido! —¡Santo cielo, es verdad! —gritó el señor Tevé.
El señor Wonka se acercó corriendo y puso suavemente una mano en el hombro de la señora
Tevé.—Esperemos que todo vaya bien —dijo—.Debemos rezar para que su hijo aparezca sano y salvo en
el otro extremo.
—¡Mike! —gritó la señora Tevé, llevándose las manos a la cabeza—. ¿Dónde estás?
—Te diré donde está —dijo el señor Tevé—.Está volando por encima de nuestras cabezas en un millón de
diminutos trocitos.
—¡No digas eso! —gimió la señora Tevé.
—Debemos observar la pantalla del televisor –dijo el señor Wonka—. Puede aparecer en cualquier
momento.
El señor y la señora Tevé, el abuelo Joe, el pequeño Charlie y el señor Wonka se reunieron en torno al
—Está tardando muchísimo en aparecer —dijo el señor Tevé, enjugándose la frente. —Dios mío —dijo el
señor Wonka—. Espero que ninguna de sus partes quede atrás.
—¿Qué quiere usted decir? —dijo vivamente el señor Tevé. —No quisiera alarmarles —dijo el señor
Wonka— pero a veces ocurre que sólo la mitad de los trocitos vuelve a aparecer en la pantalla del
televisor. Eso sucedió la semana pasada. No se por qué, pero el resultado fue que sólo apareció la mitad
de la chocolatina.
La señora Tevé lanzó un chillido de horror: —¿Quiere usted decir que sólo la mitad de Mike volverá a
nosotros?