—No es así como funciona exactamente —dijo Mike Tevé.
—Soy un poco sordo de la oreja izquierda —dijo el señor Wonka—. Tendrás que perdonarme si no oigo
todo lo que dices.
—¡He dicho que no es así como funciona exactamente! —gritó Mike Tevé.
—Eres un buen chico —dijo el señor Wonka—, pero hablas demasiado. ¡Y bien! La primera vez que vi
como funcionaba la televisión ordinaria tuve una fantástica idea. «¡Oídme bien!», grité, «si esta gente
puede desintegrar una fotografía en millones de trocitos y enviar estos trocitos a través del espacio y luego
volver a ordenarlos en el otro extremo, ¿por qué no puedo yo hacer lo mismo con una chocolatina? ¿Por
qué no puedo enviar una chocolatina a través del espacio en diminutos trocitos y luego ordenar los
trocitos en el otro extremo listos para comer?»
—¡Imposible! —gritó Mike Tevé.
—¿Te parece? —gritó el señor Wonka—. ¡Pues bien, mira esto! ¡Enviaré ahora una barra de mi mejor
chocolate de un extremo a otro de la habitación por televisión! ¡Preparaos! ¡Traed el chocolate!
Inmediatamente, seis Oompa-Loompas aparecieron llevando sobre los hombros la barra de chocolate más
enorme que Charlie había visto nunca. Era casi tan grande como el colchón sobre el que él dormía en
casa.
—Tiene que ser grande —explicó el señor Wonka—, porque cuando se envía algo por televisión siempre
sale mucho más pequeño de lo que era cuando entró. Aun con la televisión ordinaria, cuando se fotografía
a un hombre de tamaño normal, nunca sale en la pantalla más alto que un lápiz, ¿verdad? ¡Allá vamos
entonces! ¡Preparaos! ¡No, no! ¡Alto! ¡Detened todo! ¡Tú! ¡Mike Tevé! ¡Atrás! ¡Estás demasiado cerca de
la cámara! ¡De ese aparato salen unos rayos muy peligrosos! ¡Podrían dividirte en millones de trocitos en
un segundo! ¡Por eso los Oompa-Loompas llevan trajes espaciales! ¡Los trajes les protegen! ¡Muy bien!
¡Así está mejor! ¡Adelante!
¡Encended!
Uno de los Oompa-Loompas agarró un gran conmutador y lo pulsó hacia abajo.
Hubo un relámpago cegador.
—¡El chocolate ha desaparecido! —gritó el abuelo Joe agitando los brazos.
¡Y tenía razón! ¡La enorme barra de chocolate había desaparecido completamente!