CHARLIE Y LA FÁBRICA DE CHOCOLATES | Page 53

pobre Augustus! ¡Mañana por la mañana le venderán por kilos por todo el país! —Tienes razón —dijo el señor Gloop.—¡Sé que tengo razón —dijo la señora Gloop.—No es como para hacer bromas —dijo el señor Gloop. —¡El señor Wonka no parece compartir tu opinión! —gritó la señora Gloop—. ¡Mírale! ¡Se está riendo a carcajadas! ¡.Cómo se atreve a reírse de ese modo cuando mi hijo acaba de ser aspirado por un tubo? ¡Es usted un monstruo! — chilló, amenazando al señor Wonka con su paraguas como si fuese a ensartarle en él. A usted le parece una broma ¿verdad? A usted le parece que succionar a mi hijo y llevárselo a su sección de crema de fresas recubierta de chocolate es una magnífica broma. —No le ocurrirá nada —dijo el señor Wonka, riendo ligeramente. —¡Le convertirán en crema de fresas! —chilló la señora Gloop. —¡Nunca! —gritó el señor Wonka. —¡Claro que sí! —chilló la señora Gloop. —¡Yo no lo permitiría! —gritó el señor Wonka. —¿Y por qué no? —chilló la señora Gloop. —¡Porque el sabor sería horrible! —dijo el señor Wonka—. ¡Imagínese! ¡Crema de Augustus recubierta de Gloop! Nadie la compraría. —¡Claro que la comprarían! —gritó indignado el señor Gloop. —¡No quiero ni pensarlo! —gritó la señora Gloop. —Ni yo —dijo el señor Wonka—. Y le prometo, señora, que su hijo está perfectamente a salvo. —Si está perfectamente a salvo, ¿dónde está entonces? —exclamó la señora Gloop—. ¡Lléveme con él inmediatamente! El señor Wonka se volvió y chasqueó los dedos, click, click, click, tres veces. Al instante apareció un Oompa-Loompa como de la nada y su puso a su lado.