CHARLIE Y LA FÁBRICA DE CHOCOLATES | Page 50

—¡Augustus! —gritó la señora Gloop. Augustus, cariño, no creo que debas hacer eso. Como habréis podido adivinar, se había deslizado silenciosamente hasta el borde del río y ahora estaba arrodillado junto a la orilla bebiendo chocolate derretido lo más de prisa que podía. 17 Augustus Gloop se va por un tubo Cuando el señor Wonka se volvió y vio lo que estaba haciendo Augustus, gritó: —¡Oh, no! ¡Por favor, Augustus, por favor! ¡Te ruego que no hagas eso! ¡Mi chocolate no debe ser tocado por manos humanas! —¡Augustus! —llamó la señora Gloop—. ¿No has oído lo que te ha dicho el señor? ¡Aléjate ahora mismo de ese río! —¡Esto es estupendo! —dijo Augustus, sin hacer el menor caso de su madre ni del señor Wonka— . ¡Vaya! ¡Necesito un cubo para beberlo! —Augustus —gritó el señor Wonka, dando pequeños saltos y agitando su bastón—, debes alejarte de ahí. ¡Estás ensuciando mi chocolate! —¡Augustus! —gritó la señora Gloop. —¡Augustus! —gritó el señor Gloop. Pero Augustus era sordo a todo menos a la llamada de su estómago. Ahora estaba tumbado en el suelo con su cabeza sobre el río, lamiendo el chocolate como si fuese un perro. —¡Augustus! —gritó la señora Gloop—. ¡Contagiarás ese resfriado que tienes a un millón de personas en todo el país! —¡Ten cuidado, Augustus! —gritó el señor Gloop—. ¡Te estás inclinando demasiado! El señor Gloop tenía razón. De pronto se oyó un grito, y luego el ruido de una salpicadura, y al río cayó Augustus Gloop, y en menos de un segundo había desaparecido bajo la oscura superficie. —¡Salvadlo! —gritó la señora Gloop, poniéndose pálida y agitando su paraguas—. ¡Se ahogará! ¡No sabe nadar! ¡Salvadlo! ¡Salvadlo!