CHARLIE Y LA FÁBRICA DE CHOCOLATES | Page 32

La sostuvo fuertemente entre sus dedos temblorosos, mirándola. En aquel momento esa. moneda sólo significaba una cosa para él. Significaba COMIDA. Automáticamente, Charlie se volvió y empezó a buscar la tienda más cercana. Sólo quedaba a diez pasos..., era una tienda de periódicos y revistas, la clase de tienda que vende también golosinas y cigarrillos..., y lo que haría, se dijo rápidamente... sería comprarse una sabrosísima chocolatina y comérsela toda, mordisco a mordisco, allí mismo y en ese momento..., y el resto del dinero lo llevaría a su casa y se lo entregaría a su madre. 11 El milagro Charlie entró en la tienda y depositó la húmeda moneda de cincuenta peniques sobre el mostrador. —Una Delicia de Chocolate y Caramelo Batido de Wonka —dijo, recordando cuánto le había gustado la que recibiera por su cumpleaños. El hombre que estaba detrás del mostrador parecía robusto y bien alimentado. Tenía gruesos labios y redondas mejillas y un cuello muy gordo. La grasa de su papada rebosaba el cuello de su camisa como un anillo de goma. Se volvió y alargó el brazo para coger la chocolatina, luego se volvió otra vez y se la entregó a Charlíe. Charlie se la arrebató de las manos y rápidamente desgarró el envoltorio y le dio un enorme mordisco. Luego le dio otro... y otro... y, ¡qué alegría de poder llevarse a la boca grandes trozos de algo dulce y sólido! ¡Qué maravilloso placer poder llenarse la boca de exquisita y sustanciosa comida!