CHARLIE Y LA FÁBRICA DE CHOCOLATES | Page 100

De modo que el señor Wonka, el abuelo Joe y Charlie, sin hacer caso de sus gritos, simplemente empujaron la cama dentro del ascensor. Tras ella empujaron al señor y la señora Bucket. Luego montaron ellos mismos. El señor Wonka apretó un botón. Las puertas se cerraron. La abuela Georgina gritó. Y el ascensor se elevó del suelo y salió por el agujero del tejado en dirección al cielo. Charlie se subió a la cama e intentó calmar a los tres ancianos, que aún seguían petrificados de miedo: —Por favor, no tengáis miedo —les dijo—. Es muy seguro, ¡y vamos al sitio más maravilloso del mundo! —Charlie tiene razón —dijo el abuelo Joe. —¿Habrá algo para comer cuando lleguemos allí? —pregunto la abuela Josephine—. ¡Me muero de hambre! ¡La familia entera se muere de hambre! —¿Algo para comer? —gritó Charlie, riendo—. ¡Oh, espera y verás! FIN