-Muy bien-contesté-; pero nada de bacanal esta noche, aunque confieso que han comido aquí tres personas.-Acabo de encontrármelos en la calle, elogiándote en voz alta. ¿ Quién es el que lleva pantalón ceñido? En pocas palabras le hice, lo mejor que pude, el retrato de míster Micawber, y reía de todo corazón, declarando que era digno de conocerse, y que no prescindiría de ser presentado a él.-Pero el otro, el otro, ¿ a que no adivinas quién es?- ¡ Dios sabrá; pero no yo! ¿ Supongo que no será nadie antipático? Me ha parecido que tenía un aspecto muy aburrido.- ¡ Traddles!-le dije en tono de triunfo. „- ¿ Quién?-preguntó Steerforth con despreocupación.- ¿ No te acuerdas de Traddles? Traddles, que se acostaba en el mismo dormitorio que nosotros en Salem House.- ¡ Ah! ¿ Aquel?-dijo Steerforth dando con las tenazas sobre el carbón-. ¿ Y sigue tan simple como antes? ¿ De dónde le has desenterrado? Hice de Traddles un elogio de lo más pomposo, pues me daba cuenta de que Steerforth le desdeñaba. Pero él, dejando a un lado aquel asunto con un movimiento de cabeza y una sonrisa, se limitó a decir que tampoco le disgustaría ver a nuestro antiguo compañero, que había sido siempre muy chusco; y después me preguntó si podía darle algo de comer. Durante los intervalos de aquel corto diálogo, que sostenía con vivacidad febril, rompía los carbones con las tenazas y parecía contrariado. Observé que continuaba lo mismo mientras yo sacaba del armario los restos de la empanada de ave y alguna que otra cosa del festín.- ¡ Pero ha sido una comida regia, Florecilla!--exclamó saliendo de pronto de su ensueño y sentándose al lado de la mesa-. Y voy a hacerle el honor, pues vengo de Yarmouth.-Creía que estabas en Oxford-repliqué.-No-dijo Steerforth-; vengo de estar haciendo de marinero, que es mejor.-Littimer ha venido a preguntar si te había visto, y por sus palabras he creído que estabas en Oxford, aunque, en realidad, no me ha dicho nada.
-Littimer es más loco de lo que yo creía, puesto que se ha tomado la molestia de buscarme-dijo Steerforth ver tiéndose alegremente vino en un vaso y bebiendo a mi salud-. En cuanto a lograr adivinar lo que piensa, serías más hábil que todos nosotros, Florecilla, si lo consiguieras.-Tienes razón-le dije acercando mi silla a la mesa-. Según eso, ¿ has estado en Yarmouth, Steerforth?-añadí, en mi impaciencia de saber noticias de nuestros amigos-. Y ¿ has estado mucho tiempo?-No-replicó-; no ha sido más que una escapada de unos ocho días.- ¿ Y cómo están todos allí? ¿ La pequeña Emily no se ha casado todavía?-No, todavía no; la boda es dentro de no sé cuántas semanas o meses; no sé bien. No les he visto mucho. A propósito, tengo una carta para ti-añadió depositando su cuchillo y su tenedor, que manejaba con apetito y buscando en sus bolsillos.- ¿ De quién?-De tu vieja niñera-replicó sacando algunos papeles del bolsillo de su chaleco- « J. Steerforth, esq.» No es esto; paciencia, ya lo encontraré. El viejo... no se como se llama... está enfermo. Debe de ser a propósito de eso por lo que te escribe.- ¿ Te refieres a Barkis?-Sí-respondió, buscando siempre en sus bolsillos y examinando lo que había en ellos- Todo ha terminado para el pobre Barkis, me temo. He visto al boticario o lo que sea, no