Después de la austeridad de los Juegos de Londres, los desarrollados en la capital finlandesa, pueden considerarse como una vuelta a la normalidad olímpica, gracias a la mejora económica experimentada en muchos países.
Finlandia, a la cual ya le fueron otorgados los previstos para el año 1940, pero que la II Guerra Mundial impidió realizar, asumió con entusiasmo estos ansiados Juegos, respondiendo con una perfecta organización, con el apoyo de todas las instituciones del país, y del fervor de toda la ciudadanía que se volcó totalmente, para demostrar al mundo, de lo que era capaz de organizar este pequeño país.
Fue en la 40º Sesión del Comité olímpico, celebrada en Estocolmo el 21 de junio de 1947, cuando se decidió unánimemente, que Helsinki, sería la sede de estos esperados Juegos, considerados también, como los Juegos de la Paz, donde el espíritu olímpico, superó las diferencias ideológicas que existían entre varios países.
La Ceremonia de Inauguración tuvo lugar en el majestuosos estadio de Helsinki, el día 19 de junio de 1952, con la presencia del Presidente de Finlandia, Juho Kusti Paasikivi, y de los 70.000 espectadores, que ocuparon totalmente el aforo del estadio.
El Juramento olímpico lo efectuó el gimnasta finlandés Heikki Savolainen.
UNO DE LOS MOMENTOS MÁS EMOTIVOS DE LOS JUEGOS
Este hecho sucedió, una vez efectuado el desfile de las delegaciones de 68 países, con sus componentes alineados perfectamente en el centro del estadio, los cuales totalizaban unos 4.955 deportistas, entre ellos 519 mujeres
Todos ellos fueron testigos privilegiados de primera línea, cuando al escuchar la ovación más estruendosa, que jamás se dio en este estadio, contemplaron emocionados la entrada al mismo, del atleta más grande de la historia olímpica, cuyo nombre fue vitoreado por todos los espectadores puestos en pie, provocando el éxtasis total de admiración y fervor al más grande de todos.
Este atleta no podía ser otro que Paavo Nurmi, que a sus 55 años de edad, realizada el último relevo, como portador de la llama olímpica, que encendida en las ruinas de Olimpia, fue mezclada posteriormente con otra, encendida con el sol de medianoche, del norte de Finlandia. Este hecho fue interpretado, como el símbolo de la unión, entre los países del norte y del sur bajo el espirito olímpico..
Este gran campeón, que llegó a sumar durante la década de los años de 1920, la cantidad 12 medallas olímpicas, nueve de las cuales fueron de oro y otras tres de plata, detentó así mismo, varias plusmarquista olímpicas y mundiales, entre las distancias de los 1500 metros y los 20 kilómetros.
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LOS JUEGOS OLÍMPICOS DE HELSINKI DE 1952