El humor y la impaciencia desaparecieron, sin embargo, cuando se abrieron las cortinas y Sarita Montiel descendió de una larga escalinata, secundada por los dieciocho muchachos. Primero, hubo un silencio y en seguida un espontáneo y atronador aplauso, mientras los espectadores del fondo de la sala se ponían de pie para ovacionar con mayor entusiasmo. En el escenario, Sarita inclinó la cabeza, agradeciendo. Y cuando se levantó se observó que las lágrimas (con el rimmel) corrían por sus mejillas. La emoción de la estrella renovó el calor de los aplausos.
Como la violetera, Sarita Montiel baja a la platea, donde una pequeña le regala un ramo de rosas. Para retribuir al cariño de su público, Sarita obsequió violetas, su pañuelo y hasta un beso a un emocionado admirador.
Vestida a lo 'compadrito' Sarita Montiel canta tangos para cerrar sus presentaciones en teatro. Según los bonaerenses, sus tangos no tienen el menor acento español.
Sarita contó que una noche fue tal el tumulto a su llegada al teatro, que la levantaron en vilo... y le robaron los zapatos. Posteriormente los recuperó al pedirlos por el micrófono, en el escenario.
-catalina Cartes
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