protegiéndolo de ahí en adelante en sus tierras, hasta que un encuentro hizo que cambiaran las cosas, este guerrero se enamoró de un amor imposible la hija del líder, quien no perdonó tal traición, por lo que los ató uno frente al otro en lugares estratégicos, las lagrimas de amor de ambos formaron la hermosa laguna Papacocha, conmovido por este amor imposible el gran Pariacaca los convirtió en las colinas que ahora conocemos como los miradores de Cantagallo y San Cristóbal, y el lugar donde se entregaron a este amor eterno lo convirtió en el bosque del amor.
Sobre la leyenda
Hay muchas que se entretejen sobre la creación de este edén que no parece natural sino modelado por la mano de Dios, y en el argot altoandino hay una que destaca en la que el protagonista es Pariacaca uno de los apus protectores.
Cuenta la leyenda que los Willkas que eran muy trabajadores y pacíficos vivían en armonía con su entorno y sus vecinos cercanos, en aquella época era su líder Mallku, pero fue un día que apareció un guerrero de otra etnia muy mal herido para alertarlos que se dirigían hacia ellos los que habían arrasado despiadadamente su pueblo, el jefe agradeció su advertencia y que pudiera alertarlo a tiempo para salvar a los suyos,