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Sin embargo, estos propósitos son en gran medida ficciones, porque:
• Es sumamente difícil que los profesores tengan criterios unívocos para juzgar un rendimiento. Lo que para algunos profesores representa una calificación de 10( diez) puntos, para otro no llegaría a un 7( siete)( existen márgenes de variación aún mayores).
• El consenso tácito se sostiene por el uso y la ambigüedad. En otros términos, no se sabe si pensamos en lo mismo cuando definimos rendimiento " Regular " o " Bueno ", y cuáles son sus límites o fronteras.
• Los rendimientos en niveles equivalentes de los alumnos ocultan las diferencias. Cada rendimiento es el resultado de procesos diversos, supone esfuerzos distintos y variados niveles de compromiso, potencialidades y méritos. Abandonar las escalas de calificación resulta una empresa vana e improductiva. En cambio, sí conviene alertar sobre los riesgos y definir criterios para su mejora. Entre ellos:
• Evitar la tentación del uso de las calificaciones como recurso de poder de los profesores.
• Acordar en conjunto( profesores y alumnos) criterios transparentes de valoración de los logros y esfuerzos.
• Informar y explicar acerca del porqué de los resultados, favoreciendo la comprensión real.
• Evitar el uso de las calificaciones más bajas como reprobaciones y facilitar, en cambio, que ellas impliquen la identificación diagnóstica de apoyos adicionales o esfuerzos particulares.
EVALUACIÓN Y AUTO-EVALUACIÓN
En términos generales, los profesores evalúan el proceso y los resultados de aprendizaje, en sus distintas esferas de intenciones educativas, y los estudiantes se auto-evalúan en su comprensión, habilidad, esfuerzo y compromiso, así como en sus dificultades y posibilidades.
En los debates educativos, ambos procesos se han planteado, a menudo, como antinomias y aun se ha relegado el papel y ia responsabilidad de los profesores( y los adultos) para asumir las decisiones de la evaluación y guiar a quienes aprenden. En estos casos, parecería proponerse que los profesores suspendan o eludan la evaluación y que los alumnos se evalúen por sí mismos.
En realidad, esta oposición es arbitraria y fruto de una abstracción. Una buena evaluación, realizada por el profesor, debe colaborar para el desarrollo progresivo y sistemático de la auto-evaluación de los alumnos.
La auto-evaluación es un elemento fundamental del proceso educativo dado que involucra el compromiso del alumno con su proceso de aprendizaje y con sus logros. De esta forma, la auto-evaluación de los alumnos:
• Es esencial para fortalecer, revisar o reorientar sus metas y necesidades.
• Desarrolla habilidades meta-cognitivas, los alumnos comprenden el proceso seguido y los efectos de sus decisiones, lo que habilita para aprender a aprender en otras situaciones.
• Contribuye al desarrollo del auto-conocimiento y auto-confianza, necesarios para aprender. La participación de los alumnos en el proceso de evaluación, de acuerdo con sus capacidades y posibilidades, organizando sus registros, dialogando sobre sus logros, detectando sus dificultades, analizando sus esfuerzos, revisando su proceso y asumiendo sus responsabilidades en la construcción de su aprendizaje, representan componentes valiosos de una evaluación auténtica.
LA EVALUACIÓN Y LA MEJORA DE LA ENSEÑANZA
La evaluación es prioritariamente considerada desde el ángulo de la valoración de los aprendizajes de los alumnos, en su proceso y en sus resultados. Tal vez esto sea lo que más preocupa a los profesores y lo que más ocupa a las escuelas.
Sin embargo, se ha destacado que la evaluación tiene funciones significativas para la valoración de la propuesta de enseñanza misma. En otras palabras, oí proceso de aprendizaje