Mas sortea el boicot de los alcaldes
que rechazan la consulta
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Hoja de ruta para Cataluña
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Son pocos, pero gobiernan municipios muy poblados y representan un peligro potencial para el éxito de la consulta que prepara la Generalitat. Los alcaldes del PP y del PSC
que han mostrado su rechazo a colaborar con el Gobierno de Artur Mas en la logística
del referéndum han estado en el foco de los técnicos que han preparado el dispositivo
electoral para el 9 de noviembre. La vicepresidenta de la Generalitat, Joana Ortega, presentó ayer el mecanismo de voto y garantizó que ningún ciudadano se quedará sin depositar su papeleta por falta de colaboración de su Ayuntamiento. El dispositivo que la Generalitat sigue preparando al margen del inminente recurso del Gobierno ante el Tribunal Constitucional se ha montado para que
nada pueda entorpecer la participación.
De esta forma, será la Generalitat y no los Ayuntamientos quien decida,
en última instancia, los locales de votación. Además, el censo electoral
no saldrá del padrón de cada Ayuntamiento, sino del Instituto de Estadística de Cataluña. La Generalitat utilizará el Registro de población de Cataluña para delimitar el universo de los participantes. Este registro incluye todas las personas que están empadronadas en Cataluña pero no
está gestionado directamente por los Ayuntamientos...
Casi de manera simultánea, el presidente de la Generalitat, Artur Mas, convocó la
consulta para decidir el futuro de Cataluña, el 9 de noviembre, y la vicepresidenta del Gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría, anunció que ya están iniciados los trámites para paralizar la consulta. Nada que no se supiera.
Por mucho que los medios y la clase política pongan el foco sobre Artur Mas y Mariano Rajoy, la clave del proceso catalán no parece estar tanto en sus demostraciones de
fuerzas -habituales en cualquier lucha- como en el resultado final, en el que si descartamos el choque de trenes debería aflorar un gran pacto para varias generaciones.
El problema, por tanto, no está en sus cuidadas escenificaciones -un tanto tediosas con el paso de los meses- sino en el final de su cansina obra. En otras palabras, la clave no está en la hoja de ruta conocida, sino en la desconocida.
Llegados a este punto, la gran incógnita está en saber si, tras tanto desgaste político pero también social, es posible el acuerdo entre Cataluña y España.
El pacto todavía es posible, por mucho que veamos a ambas partes tensar la situación, tal vez para fortalecer sus posiciones antes de negociar y, en alguna medida, ceder, cuando llegue el momento.
Lo que ya parece más improbable es que, si hay acuerdo, solo comprenda el pacto
fiscal, necesario en todo caso para compensar el déficit existente, cuya cuantía es elevada, a juzgar por los estudios del catedrático Guillem López i Casanovas, de la Universidad
Pompeu Fabra.