Las gaviotas de Audouin , frisadas y manchadas , hacían sonar sus bocinas en los terrados , acechando las palomas , estúpidas palomas .
En el bajo de la calle Baluard , 13 , en la Barceloneta , un hombre sorbía lo que le quedaba de café . Se cansó del periódico . Leía El flamenco y la Generación del 27 . Página 51 : « Ahora recuerdo como un sueño (¿ por qué tan lejos ?) a la formidable Macarrona y al viejo cantaor de Puente Genil , piedra angular del cante jondo ».
Medio sordo de un oído , curioso por descarte , agitador cultural de la milicia izquierdosa , José Luis Ruiz , el hombre que sorbía café y sentía el cante jondo , se peinaba las lanas de su bulliciosa melena .
Separado , se lleva bien con su ex . Con tres hijos , que están lejísimos , allá . A sus 75 años , ha encontrado una nueva luz . Se llama Llum , y tiene sus mismos gustos : defensora de las ocupaciones , ella formó parte del Gobierno de la alcaldesa de Barcelona , Ada Colau . Llum tiene 78 años . Los dos lagartos lorquianos se doran al sol del Mediterráneo . En la mañana del lunes 17 de junio del 2019 , José Luis salió de su casa . Comió por ahí , en una tasca . De vuelta , antes del telediario vespertino , notó forzada la cerradura . Metió la llave . Quiso darle una vuelta . La puerta cedió . Alguien , dentro , la había abierto . « Usted ya no vive aquí », o algo así le ladró un perro , extraña voz , extranjera , aguardentosa . Se le habían metido en casa . Abominablemente . Sin más .