La segunda fase se caracteriza por la descarga de las tensiones acumuladas, a través de violencia física como golpes, empujones, cachetadas, violencia psicológica y en algunos casos violencia sexual. En esta fase se opera baja una evidente pérdida del control y altos niveles de destructividad, donde el agresor pretende enseñar una lección y no cesa hasta que percibe el entendimiento de la misma.
Y la última fase donde se percibe un ambiente de calma. El comportamiento del agresor es totalmente opuesto y se muestra amable, cariñoso y principalmente arrepentido por la agresión, pide perdón por los sucesos y promete no volver a realizar estos actos bajo la condición de que la víctima no los provoque. Sin embargo, esta fase no perdura por mucho tiempo y se desencadenan nuevamente las agresiones menores, dando lugar nuevamente a la fase inicial del ciclo (Morabes 2014)