Canfield Jack - Chocolate Caliente Para El Alma Jun. 2016 | Page 157
-Sí, perfecto –dije.
-Espere un minuto –dijo-. Tengo que advertirle que
el hotel está a unos cincuenta kilómetros del campus
universitario donde se realizan las conferencias, o sea
que tendrán que ver cómo llegar hasta allí.
-Ya pensaré si tengo que comprar un caballo –le
contesté.
Le di las gracias y le dije a Linda: -Bueno, querida,
tenemos la entrada, tenemos los pasajes de avión y
tenemos un lugar para alojarnos. Lo que necesitamos
ahora es una manera de trasladarnos del hotel al
campus dos veces por día.
Entonces llamé a la Asociación de Alquiler de
Autos, les conté la historia y les pregunté si podían
ayudarme.
-¿Se arreglaría con un Oldsmobile del 88? –dijeron.
Contesté que sí.
En un día habíamos armado todo.
Terminamos comprándonos la comida, pero antes de
que terminara el congreso, me levanté, conté esta
historia en una de las asambleas generales y dije:
-Si alguien se ofrece voluntariamente para llevarnos
a comer, estaremos profundamente agradecidos.
Alrededor de cincuenta personas saltaron y se
ofrecieron como voluntarias, de modo que terminamos
recibiendo también algunas de nuestras comidas.
Lo pasamos bárbaro, aprendimos muchísimo y nos
conectamos con gente como Jack Canfield, que