Canfield Jack - Chocolate Caliente Para El Alma Jun. 2016 | Page 136

Donna era una maestra veterana en una pequeña ciudad de Michigan, a la que le faltaban apenas dos años para jubilarse. Además, se había ofrecido como voluntaria en un proyecto de desarrollo personal que yo había organizado y dirigido en todo el condado. La capacitación se centraba en ideas relacionadas con el lenguaje y el arte que pudieran hacer sentir bien consigo mismos a los estudiantes y a hacerse cargo de sus vidas. La tarea de Donna consistía en asistir a las sesiones de capacitación y poner en práctica los conceptos que se presentaban. Mi tarea consistía en hacer visitas a las clases y alentar la puesta en práctica. Me senté en un banco vacío al fondo de la clase y observé. Todos los alumnos estaban trabajando en una tarea que consistía en llenar una hoja de cuaderno con pensamientos e ideas. La alumna de diez años que estaba más cerca de mí estaba llenando su página con “No puedo”. “No puedo patear la pelota de fútbol más allá de la segunda línea”. “No puedo hacer una división larga con más de tres números”. “No puedo hacer que Debbie me quiera”. Había llenado media página y no mostraba signos de parar. Trabajaba con determinación y persistencia. Caminé junto a los bancos mirando las hojas de los chicos. Todos escribían oraciones describiendo cosas que no podían hacer.