Canfield Jack - Chocolate Caliente Para El Alma Jun. 2016 | Page 133
La madre iba manejando con cuidado por el sinuoso
camino de dos carriles, cuando se topó con un puente
angosto. Al hacerlo, la camioneta chocó contra un
poste, se deslizó fuera del camino y la rueda delantera
derecha quedó atascada en un surco. Temiendo que la
camioneta volcara, Kelly trató de volverla al camino
apretando con fuerza el pedal del acelerador y girando
el volante a la izquierda. Pero el pie de Rocky quedó
atrapado entre su pierna y el volante y perdió el control
de la camioneta.
Ésta se deslizó por una barranca de seis metros. Al
llegar abajo, Rocky se desperó. “¿Qué pasó, mamá? –
preguntó-. Nuestras ruedas apuntan al cielo”.
Kelly estaba cegada por la sangre. La palanca de
cambios se le había incrustado en la cara, partiéndosela
desde el labio superior hasta la frente. Tenía las encías
desgarradas, las mejillas destrozadas, los hombros
aplastados. Con un hueso destrozado que le salía de la
axila, quedó clavada contra la puerta abollada.
“Yo te sacaré, mamá”, anunció Rocky, que
milagrosamente no había resultado herido. Se soltó de
la presión de Kelly, se deslizó por la ventanilla abierta
y trató de sacar a su madre. Pero ella no se movía.
“Déjame dormir”, suplicaba Kelly, que por momentos
perdía la conciencia. “No, mamá –insistía Rocky-, no
puedes dormirte”.
Rocky volvió a entrar en la camioneta y se las arregló
para rescatar a Kelly. Luego le dijo que subiría al