CANDÁS MARINERO REVISTA NUMERO 47 CANDÁS MARINERO | Page 12
HISTORIA DE UN ANCLA
El ancla de respeto del «Newcrest», la mina y la mar
La peculiar historia del elemento recuperado del buque liberiano
encallado en 1983 en Gijón para el monumento candasín
Poco o nada se ha hablado de esta áncora que tiene tras de sí una
peculiar historia. Consta de un solo brazo, lo que la hacía recomen-
dable como peso muerto para usar en los arsenales a los que sujetar
los buques y plataformas flotantes. Se clavaba al fondo por arrastre,
siendo capaz de empotrarse por accionamiento vertical. Dispone
de una horquilla en su parte inferior para sostenerla y una vez
suelta facilita su penetración en el lecho marino aprovechando su
propio peso. También para desenterrarla, llegado el caso.
Habría pertenecido al carguero de pabellón liberiano «Newcrest»,
encallado
en los bajos
del Cerro por
de Santa
Catalina
en febrero
p Esta reportaje
fue realizado
Armando
Rodriguez
para La Nueva Españael 24 de Julio del 2011 fue concedida
de1983 cuando llegaba remolcado desde Inglaterra, vía Santander,
para ser desguazado en San Esteban de Pravia. El barco, sin tripu-
lación, procedía del puerto de Falmouth, remolcado por el «Fa-
neca», de la compañía Remolques y Servicios Marítimos de San-
tander. Ambos barcos intentaron buscar abrigo en el puerto de El
Musel como consecuencia del fuerte temporal. Sin embargo, en la
madrugada
del 7 de febrero rompieron las amarras y el mercante,
Primera duda
a la deriva, se estrelló en el «pedrero» de Santa Catalina, debajo del
lugar conocido como el «Apagaderu».
El buque «Newcrest»,
de 147,33 metros de eslora, se botó en 1959 en Belfast tras cinco
años de construcción. Inicialmente se denominó «Ashbank»,
pero fue renombrado como «Newcrest» en 1976, al cambiar de
propietario, pasando a manos de la compañía Crest Shipping
Ltd., de Liberia.
Este reportaje fue realizado por Armando Rodriguez para
La Nueva España el 24 de julio del 2011.
Tras su naufragio en Gijón, las tareas de
desguace duraron varios meses, y cerca
de dos años después Maximino Canteli
localizó el ancla como parte de los restos.
«Supongo que quedó perdida, la saqué
con un globo de elevación y el coste fue
más que lo que valía», asegura.
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