CANDÁS MARINERO REVISTA NUMERO 45 CANDÁS MARINERO febrero 2018 | Page 6

Se observa esa circunstancia en tres de las siete láminas registradas, mientras que las restantes parecen pro­ ceder de la cámara. También de la cavidad sepulcral se ha­ bría extraído un raspador en extremo de una lasca plano­ convexa de sílex.
Un reducido número de lascas de cuarcita y sílex entremezcladas con las tierras inalteradas del túmulo, deben su presencia al aporte de los materiales constructivos o a tareas simultáneas con la edificación del megalito. Idéntico origen habría que atribuir a 5 pequeños fragmentos de una cerámica de tosca y negruzca factura, ojosa y con desgrasantes de cuarzo. Localizada en 7A. N, a menos de 2 m. al W de la cámara, a 1,50 m. de profundidad en zona virgen. Esta posición, tal vez exclusivamente fortuita, no deja de recordar la similar de otros restos alfareros del dólmen poligonal de la Llaguna de Niévares( túmulo C)( de Blas, 1992, 125-126), en un megalitismo en el que la cerámica parece ajena a la preceptiva funeraria.
V. CUESTIONES CRONOLO­ GICAS
La acidez de los suelos en Monte Areo, como en tantas otras áreas megalíticas, destruye toda clase de restos esqueléticos. El problema genérico radica entonces en la localización de muestras de naturaleza vegetal( que no siempre existen) fiables para su datación radiocarbónica. En MA VI y MA XV se consiguieron algunas procedentes de los sectores basales de los túmulos, en zonas inalteradas desde su construcción prehistórica. La cercanía o lejanía de estos con respecto a los saqueos incide justamente en el grado de confianza que las muestras puedan ofrecer. La denominada MA VI-A consiste en pequeños fragmentos de carbón vegetal extraídos de la cuadrícula 7B. N, en la que se instala el costado W de la cámara. Dentro de una matriz limosa del relleno basal de la estructura se encon­ traba la muestra, en una zona de vago tránsito entre el so­ lum y la propia arquitectura; tal vez explique esta circunstancia la medición C-14 que le corresponde. La MA VI-B se obtuvo de 50. N, cuadrícula que se inicia a 2 m. al E. de la cámara, entre los bloques de la capa pétrea basal del túmulo.
Para MA XV( en MA XVI no se hallaron muestras) se recogieron concentraciones de carbón vegetal en diferentes sectores del megalito, actualmente en el laboratorio. De ellas contamos por el momento con los resultados de la registrada como MA XV-A, tomada en la base de la coraza pétrea( cuad. 6-AW) al SE del vestíbulo. Los resultados de las 3 muestras, obtenidos en el Centrum voor Jsotopen Onderzoek de la Rijksuniversiteit Groningen en fechas C-14 sin corregir, arrojan las indicaciones radiométricas:
MA VI-A( 91) 7750..± 80 BP( GrN- 19122) MA VI-B( 91) 5820..± 70 BP( GrN-19123) MA XV-A( 92) 5040..± 70 BP( GrN-19724)
Las fechas de MA VI son a simple vista escasamente compatibles con la estimación arqueológica de la antigüedad, razonable, del dólmen. En la primera parece que realmente estemos fechando el paleosuelo subyacente al dólmen( un problema frecuente y que da pie a interesantes consideraciones; p. e.: Boujot y Cassen, 1992), mientras que la segunda resulta algo elevada: del primer tercio del IV milenio a. C. en cronología convencional. La correspondiente a MA XV concuerda, sin embargo, con las espectativas abiertas por un dólmen provisto de vestíbulo. Ciertamente, son imprescindibles series completas de fechas radiocarbónicas para una misma arquitectura dado el valor esencialmente estadístico de esta técnica. Por desgracia, la variedad de muestras requeridas para ese proceder no depende de la buena voluntad del arqueólogo.
La tipología de MA VI animaría una cierta estimación de su antigüedad. Las cámaras sencillas con túmulos desarrollados se cuentan entre los modelos arcaicos, según se observa en los focos megalíticos de ambas Mesetas, Galicia, N. de Portugal y territorio ribereño del Cantábrico( de Blas, 1993, en prensa), ubicables en cronología convencional en el tercio final del IV mileno a. de C. El deseable apoyo de los ajuares falta en MA VI donde aquellos carecen de la suficiente elocuencia.
MA XVI ofrece también un modelo camera! poligonal simple, que en principio no desentonaría con MA VI; no obstante, la importancia de la cámara se realza( con su cobertera monolítica de unos 5.000 kg. de peso), con respecto a un túmulo más discreto tanto en superficie como en altura; en todo caso de menor entidad que el de Ma VI. Reúne además un expresivo ajuar, recordemos, muy próximo al del dólmen con vestíbulo
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