CANDÁS MARINERO REVISTA NUMERO 38 CANDAS MARINERO | Page 19
PASEANDO
En la punta más saliente, la del Cuerno, el faro se
yergue desafiante y altanero, con su linterna de luz blanca
que los modernos sistemas de navegación van en el tiempo
condenando al ostracismo.
Si giras la cabeza hacia el oriente un retal de la senda
del Tranquero, engullida por el verde frondoso, precede a la
urbanización de Xivares. Al fondo el faro de Torres ‘orlado’
en su base por el parque de carbones y por el ‘tabique’ de
El Musel, en el frente, que se introduce mar adentro.
Conflictos de lindes de concejos y parabienes locales
incluidos, con resultados siempre perjudiciales para el más
pequeño de los contendientes y por tanto más débil. El
impacto medioambiental es brutal en caso del tabique; de
la contaminación ecológica del parque ni lo cuento. Pero
uno ya sabe lo que obviar en ciertos momentos y se queda
con la imagen del Tranquero, naturaleza en estado puro,
del anfiteatro de las casas de Xivares, que semeja un belén
en las tardes-noches iluminadas. Y me quedo sobre todo
con la inmensidad del mar, la mar, nuestra mar,
acaparadora de historia, codiciosa en el botín y cruel a
veces, dadivosa y hacedora de leyendas otras. Quien
provenga de progenie marinera seguro que habrá
‘mamado’ en casa las heroicidades y desgracias familiares
vinculadas a ella.
POR EL MONTE MORÍS
Continúo el paseo entre las fincas de Monte
Morís. Hacia el este Los Picos de Europa afloran su
silueta entre una calima mañanera que empieza a
diluirse. Envueltos sus dorsos entre caricias de nubes
blanquecinas parecen reverberar los últimos neveros
de la temporada en la lejanía, quizá sea la distancia.
Voy al encuentro de la trocha, cercana al depósito de
agua, que de manera vertiginosa desciende la ladera
del monte hasta alcanzar la senda del Tranquero
justo al lado de la bajada a la playa. Al igual que en
Aviao la maleza y los artos la cubren por completo y
el descenso lo hago incómodo, tenso, al no poder
percibir dónde voy poniendo el pie. Una vez abajo el
pulso se relaja y regreso mascullando la falta de
mantenimiento y el abandono de estos caminos
relegados al ostracismo por las administraciones. Los
efectos secundarios de la corrupción política y el
saqueo institucional son descomunales. Todos
relacionados con perdidas inasumibles de calidad de
vida y bienestar. Este es uno de ellos, quizá sea de
los menos importantes o de los prescindibles, pero
de todas formas ahí está.
Autor- José Carlos Álvarez
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