canciones de hielo y fuego Cancion de hielo y fuego 1 | Page 37

literatura fantástica
Juego de tronos
Catelyn rompió el sello. Recorrió las líneas con la mirada. Al principio no les encontró sentido. De pronto se acordó.
— Lysa no ha querido correr ningún riesgo. Cuando éramos niñas, teníamos un lenguaje secreto.—¿ Aún lo entiendes?— Sí— reconoció Catelyn.— Entonces dinos qué pone.— Será mejor que me retire— sugirió el maestre Luwin. No— pidió Catelyn—. Vamos a necesitar tu consejo. Salió de entre las mantas y se bajó de la cama. El aire nocturno envolvía su piel desnuda con la frialdad de una mortaja. Cruzó la habitación. El maestre Luwin apartó la vista. Incluso Ned parecía algo escandalizado.- ¿ Qué haces?— preguntó.— Encender la chimenea— replicó Catelyn. Se puso una túnica y se arrodillo ante la chimenea fría.— El maestre Luwin...— empezó Ned.— El maestre Luwin me ha atendido en todos y cada uno de mis partos. No es momento para falsos recatos. Deslizó el papel entre la leña y puso los troncos más gruesos encima. Ned cruzó la habitación en dos zancadas, la agarró por el brazo y la hizo ponerse en pie.
Acercó el rostro a escasos centímetros del de su esposa.—¡ Dímelo, mi señora! ¿ Qué decía ese mensaje?— Era una advertencia— dijo Catelyn, rígida ante su brusquedad—. Si tenemos el sentido común de escucharla.— Sigue— dijo Ned clavando los ojos en los suyos.— Lysa dice que Jon Arryn fue asesinado.— Los dedos que le sujetaban el brazo presionaron aún más.—¿ Quién lo hizo?— Los Lannister. La reina.— Dioses— susurró Ned con voz ronca y la soltó. Le había dejado marcas rojas en la piel—.
Tu hermana ha enloquecido de dolor. No sabe lo que dice.
— Lo sabe muy bien— replicó Catelyn—. Lysa es impulsiva, no lo niego, pero este mensaje lo escribió con mucho cuidado y lo ocultó para que sólo lo viera yo. Sabía que, si caía en malas manos, supondría su sentencia de muerte. Si decidió correr semejante riesgo es que tiene algo más que simples sospechas.— Miró a su esposo—. Ahora sí que ya no podemos elegir. Tienes que ser la Mano de Robert. Tienes que ir con él al sur y descubrir la verdad. Se dio cuenta al momento de que Ned había llegado a una conclusión muy diferente.— Las únicas verdades que entiendo están aquí. El sur es un nido de víboras. Lo mejor es que ni me acerque.
— La Mano del Rey tiene mucho poder, mi señor.— Luwin se tiró del collar en el punto donde le estaba rozando la delicada piel del cuello—. Poder para descubrir la verdad acerca de la muerte de Lord Arryn, y para llevar a los asesinos ante la justicia del rey. Poder para proteger a Lady Arryn y a su hijo si todo esto es cierto.
Ned miró a su alrededor, desesperado. Catelyn deseaba con toda su alma correr a abrazarlo, pero sabía que no debía hacerlo. Primero debía obtener la victoria, por el bien de sus hijos.
— Dices que quieres a Robert como si fuera tu hermano. ¿ Abandonarías a un hermano en medio de los Lannister?— Los Otros se os lleven a los dos— masculló Ned, sombrío. Se apartó de ellos y volvió junto a la ventana. Catelyn no dijo nada, el maestre tampoco. Aguardaron en silencio mientras Eddard Stark se despedía interiormente del hogar que amaba. Cuando por fin se alejó de la ventana tenía la voz cansada y llena de melancolía, y un brillo húmedo en el rabillo de los ojos.— Mi padre fue al sur una vez para responder a la llamada de un rey. Jamás volvió a casa.— Era otra época— dijo el maestre Luwin—. Era otro rey.— Sí— aceptó Ned con voz átona. Se sentó en una silla junto a la chimenea—. Catelyn, tú te quedarás aquí, en Invernalia.— Aquellas palabras azotaron como un viento helado el corazón de su esposa.
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