canciones de hielo y fuego Cancion de hielo y fuego 1 | Page 15

literatura fantástica Juego de tronos

CATELYN

A Catelyn nunca le había gustado aquel bosque de dioses .
La sangre Tully le corría por las venas , había nacido y se había criado en Aguasdulces , muy al sur , en el Forca Roja del Tridente . Allí el bosque de dioses era un jardín alegre y despejado , en el que las altas secuoyas proyectaban sombras sobre las aguas de arroyuelos cristalinos , los pájaros cantaban desde sus nidos escondidos y el aroma de las flores impregnaba el aire .
Los dioses de Invernalia tenían un bosque muy diferente . Era un lugar oscuro y primitivo , tres acres de árboles viejos que nadie había tocado en miles de años , mientras el castillo se alzaba a su alrededor . Olía a tierra húmeda y a putrefacción . Allí no crecían las secuoyas . Era un bosque de recios árboles centinela parapetados tras agujas color verde grisáceo , robles imponentes y tamarindos tan viejos como el propio reino . Allí los gruesos troncos negros estaban muy juntos , y las ramas retorcidas tejían una techumbre tupida , mientras las raíces deformes se entrelazaban bajo la tierra . El silencio y las sombras imperaban , y los dioses de aquel bosque no tenían nombres .
Pero sabía que allí era donde estaría su esposo aquella noche . Siempre que le quitaba la vida a un hombre , buscaba la tranquilidad del bosque de dioses .
Catelyn había sido ungida con los siete óleos y había recibido su nombre en el arco iris de luz que llenaba el sept de Aguasdulces . Profesaba la Fe , igual que su padre , que su abuelo y que el padre de su abuelo antes de ellos . Sus dioses tenían nombres y unos rostros que le eran tan familiares como los de sus progenitores . El culto consistía en un septon con un incensario , el olor del incienso , un cristal de siete facetas lleno de luz y voces que entonaban cánticos . Los Tully tenían un bosque de dioses , como todas las grandes casas , pero no era más que un lugar por donde pasear , leer o tomar el sol . El culto quedaba reservado para el sept .
Ned había hecho construir para ella un pequeño sept donde pudiera cantar a las siete caras de dios , pero la sangre de los primeros hombres corría aún por las venas de los Stark , sus dioses eran antiguos , eran los dioses sin rostro y sin nombre de la espesura , los mismos a los que habían adorado los niños del bosque .
En medio del bosquecillo , un arciano viejísimo se alzaba junto a un estanque pequeño de aguas negras y frías . Ned lo llamaba « el árbol corazón ». La madera del arciano era blanca como el hueso , con hojas de un rojo oscuro que pendían como un millar de manos ensangrentadas . En el tronco había una cara tallada , con rasgos alargados y melancólicos , y los ojos enrojecidos de savia seca , extrañamente atentos . Aquellos ojos eran viejos , muy viejos ; más viejos que la mismísima Invernalia . Habían visto el día en que Branden el Constructor puso la primera piedra , si se podía dar crédito a las historias . Habían presenciado cómo los muros de granito se alzaban en torno a ellos . Se decía que los niños del bosque habían tallado las caras en los árboles durante el amanecer , siglos antes de que los primeros hombres llegaran procedentes de la otra orilla del mar Angosto .
Hacía mil años que habían talado o quemado los últimos arcianos del sur , a excepción de los de la Isla de los Rostros , donde los hombres verdes montaban guardia silenciosos . Allí , tan al norte , todo era diferente . Había un bosque de dioses en cada castillo , y un árbol corazón en cada bosque de dioses , y una cara tallada en cada árbol corazón .
Catelyn encontró a su esposo sentado en una roca cubierta de musgo , bajo las ramas del arciano . Tenía el espadón Hielo sobre las rodillas , y estaba limpiando la hoja en aquellas aguas negras como la noche . El mantillo milenario que cubría como una gruesa alfombra el suelo del bosque de dioses devoraba el sonido de sus pasos , pero los ojos rojos del arciano parecían seguirla mientras se acercaba . — Ned — lo llamó con suavidad . — Catelyn — dijo su esposo alzando la vista hacia ella . Su voz era distante , formal —.
¿ Dónde están los niños ? Siempre le preguntaba lo mismo . — En la cocina , discutiendo cómo van a llamar a los cachorros . — Se quitó la capa , la tendió sobre el mantillo del bosque , y se sentó con la espalda apoyada contra el arciano —. Arya adora a la suya y Sansa también está encantada , pero Rickon no lo termina de ver claro . —¿ Tiene miedo ? — preguntó Ned . — Un poco — admitió —. Sólo tiene tres años .
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