canciones de hielo y fuego Cancion de hielo y fuego 1 | Page 11

literatura fantástica Juego de tronos Durante el largo camino de regreso a Invernalia parecía hacer más frío, aunque el viento ya había cesado y el sol brillaba alto en el cielo. Bran cabalgaba con sus hermanos, que iban a buena distancia por delante del grupo, aunque el poni tenía que esforzarse para mantener el paso de los caballos. —El desertor murió como un valiente —dijo Robb. Era fuerte y corpulento, y parecía crecer a ojos vistas; tenía la piel clara de su madre, y también el pelo castaño rojizo y los ojos azules de los Tully de Aguas-dulces—. Al menos tenía coraje. —No —dijo Jon Nieve con voz tranquila—. Eso no era coraje. Estaba muerto de miedo. Se le veía en los ojos, Stark. Los ojos de Jon eran de un gris tan oscuro que casi parecían negros, y se fijaban en todo. Tenía más o menos la edad de Robb, pero no se parecían en nada. Jon era esbelto y Robb musculoso, era moreno y Robb rubio, era ágil y ligero mientras que su medio hermano era fuerte y rápido. —Que los Otros se lleven sus ojos —maldijo Robb sin mostrarse impresionado—. Murió como un hombre. ¿Una carrera hasta el puente? —De acuerdo —asintió Jon espoleando su montura. Robb soltó una maldición y salió disparado tras él, y galoparon juntos sendero abajo. Robb iba riendo y provocándolo, y Jon galopaba silencioso y concentrado. Los cascos de sus caballos levantaban nubes de nieve. Bran no intentó seguirlos. El poni no podría mantener aquel paso. También él se había fijado en los ojos del hombre andrajoso, y estaba recordándolos. Al cabo de un rato, el sonido de las risas de Robb se perdió a lo lejos, y los bosques quedaron de nuevo en silencio. Se encontraba tan inmerso en sus pensamientos que no oyó que el resto del grupo le había dado alcance hasta que su padre se adelantó para cabalgar junto a él. —¿Te encuentras bien, Bran? —preguntó con tono que no carecía de dulzura. —Sí, padre —le dijo Bran. Alzó la vista. Su señor padre, vestido en cuero y envuelto en pieles, a lomos de su gran caballo de guerra, se alzaba a su lado como un gigante—. Robb dice que ese hombre murió como un valiente, pero Jon opina que tenía miedo. —Y a ti, ¿qué te parece? —¿Un hombre puede ser valiente cuando tiene miedo? —preguntó Bran después de meditar un instante. —Es el único momento en que puede ser valiente —dijo su padre—. ¿Comprendes por qué lo hice? —Era un salvaje —dijo Bran—. Secuestran a las mujeres y las venden a los Otros. —La Vieja Tata te ha estado contando historias otra vez —dijo su señor padre con una sonrisa—. La verdad es que ese hombre rompió su juramento, desertó de la Guardia de la Noche. No existe ser más peligroso. El desertor sabe que, si lo atrapan, se puede dar por muerto, así que no se detendrá ante ningún crimen por espantoso que sea. Pero no me has entendido. No te pregunto por qué el hombre debía morir, sino por qué tenía que ajusticiarlo yo en persona. —El rey Robert tiene verdugos —dijo Bran, inseguro. No sabía la respuesta. —Cierto —admitió su padre—. Igual que los reyes Targaryen, que reinaron antes que él. Pero nuestras costumbres son las antiguas. La sangre de los primeros hombres corre todavía por las venas de los Stark, y creemos que el hombre que dicta la sentencia debe blandir la espada. Si le vas a quitar la vida a un hombre, tienes un deber para con él, y es mirarlo a los ojos y escuchar sus últimas palabras. Si no soportas eso, quizá es que ese hombre no merece morir. »Algún día, Bran, serás el abanderado de Robb, tendrás tierras propias y deberás defenderlas en nombre de tu hermano y de tu rey, y te corresponderá hacer justicia. Cuando llegue ese día, no te resultará grato, pero no debes apartar la vista. El gobernante que se esconde tras ejecutores a sueldo olvida pronto lo que es la muerte. En aquel momento, Jon reapareció en la cima de la colina que se alzaba ante ellos. —¡Padre, Bran, venid, deprisa! ¡Mirad lo que ha encontrado Robb! —les gritó agitando los brazos y volvió a desaparecer. —¿Algún problema, mi señor? —preguntó Jory que se les había acercado cabalgando. —No me cabe duda —respondió su padre—. Venga, vamos a ver qué nueva travesura se les ha ocurrido ahora a mis hijos. Puso el caballo al trote. Jory, Bran y los demás lo siguieron. . Robb estaba en el extremo norte del puente y Jon seguía a caballo, a su lado. Las nevadas de las postrimerías del verano habían sido 11