CANADA
1994
La incorporación de los jugadores enrolados en equipos de la NBA a las
competiciones organizadas por la FIBA supuso una autentica revolución.
Nunca antes una competición de baloncesto se iniciaba con un campeón
dictado de antemano pues éste no podía ser otro que el combinado de Estados
Unidos, cuyo potencial se encontraba a años luz de distancia del resto de sus
competidores.
Por si fuera poco, las divisiones territoriales producidas en las antiguas Yugoslavia y Unión
Soviética mermaron el potencial de sus equipos e incluso prohibieron la participación de Serbia y
Montenegro -las dos Repúblicas que unidas seguirán enarbolando la bandera yugoslava- hasta
1995 a causa de las sanciones impuestas por la ONU.
El esplendor del “Dream Team” que acudió a los Juegos Olímpicos de 1992 disputados en
Barcelona ocultó el problema que se avecinaba: la igualdad pasaba a ser cosa del pasado: el oro
propiedad perpetua de los diversos combinados de Estados Unidos que, a partir de entonces,
usurparán un calificativo como el de “equipo de ensueño” que solamente la versión original
interpretó adecuadamente. El resto de participantes se consolará con el papel de comparsa y por
el triunfo en una competición particular entre ellos. La medalla de plata adquirirá un valor similar
al del más preciado de los metales.
La presencia de las diferentes versiones del “Dream Team” cambió la igualdad en la competición
por la oportunidad de poder ver reunidos a los mejores jugadores del mundo, lo que garantizaba
talento y espectáculo. Sin embargo, esto último solo se consiguió en los Juegos Olímpicos de
Barcelona: aquel “Dream Team” sí puede vanagloriarse de ser el mejor equipo que ha pisado una
cancha de baloncesto en su largo siglo de existencia. El nivel alcanzado por los Magic, Bird,
Jordan, Barkley, Ewing y compañía no ha podido ser reeditado en ediciones posteriores. Y de
todas estas versiones no ha existido una más antipática, que la del Mundial de Canadá.
Los dirigentes canadienses organizaron un Mundial a la americana, claramente entregado a las
exigencias de la televisión y a la promoción de conjunto estadounidense. Tanta fue la presión de
las cadenas de televisión estadounidenses que la FIBA aceptó la inclusión de cuatro tiempos
muertos extraoficiales en cada parte de los partidos -además de los dos que corresponde
solicitar a cada entrenador- para cumplir con los numerosos espacios publicitarios contratados.
Un comisario de la FIBA se encargaba de parar el juego en muchas ocasiones con la irritación de
los equipos participantes que no soportaban esa ruptura del ritmo de la competición.
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FUNDACIÓN PEDRO FERRÁNDIZ
CAMPEONATO DEL MUNDO