CAMPEONATO DEL MUNDO YUGOSLAVIA 1970
YUGOSLAVIA NO FALLO
La primera prueba de fuego para la selección yugoslava llego en la tercera jornada; Brasil
representaba una piedra de toque excelente para comprobar si el pobre potencial mostrado ante
Italia por los locales era real o pasajero. No hubo discusión, Yugoslavia despejo todas las dudas
con una demostración de gran baloncesto que minimizó hasta el infinito a un equipo tan
cualificado como el brasileño. Al final un elocuente 80-55 que confirmaba las aspiraciones
locales.
Las muchas incógnitas que había levantado el rendimiento yugoslavo ante los italianos,
especialmente en la prensa de su país, no estaban justificadas. Ranko Zeravica realizo con éxito
la renovación del equipo que había participado en los anteriores Mundiales y el grupo supero la
traumática desaparición de Radijov Korac, un año antes. Los jóvenes respondieron a la
perfección, especialmente Nikola Plecas, pero el autentico líder de ese equipo no era otro que
Cresimir Cosic. El pívot daba cada noche un recital de fundamentos dentro de la zona, su rapidez,
visión de juego y técnica individual estaban muy por encima del baloncesto FIBA y no es de
extrañar que varios equipos de la NBA quisieran incorporarle a sus filas.
Si el triunfo ante Brasil despejó las dudas yugoslavas, la siguiente jornada sirvió para que se
olvidaran un poco de los soviéticos y se centraran en los estadounidenses como máximos rivales.
Se jugaba el siempre apasionante Estados Unidos contra la Unión soviética. Los norteamericanos
habían mostrado una excelente defensa en sus encuentros anteriores junto a un caótico juego de
ataque; los soviéticos, un juego excesivamente mecanizado pese a contar con el talento de
Paulaskas y Sergei Belov y en el que la altura de Andreev, Zarmuhamedov y Alexander Belov
creaba muchísimos problemas a los rivales. El partido registro múltiples alternativas, con unos
Segei Belov (24 puntos) y Paulaskas (22) magistrales, pero los soviéticos padecieron un arbitraje
lamentable que acabo con sus pivots expulsados y permitió la remontada estadounidense.
La derrota eliminaba a la selección soviética de la lucha por el oro. Exceso de confianza, malos
arbitrajes y la nefasta dirección del “zar” Gomelski les privaron de poder reeditar su titulo
mundial, pese a contar con el equipo más completo. Yugoslavia se relamía sin que los
aficionados les importara que el último encuentro frente a la Unión Soviética perdiera el carácter
decisivo que todos esperaban.
Ranko Zeravica hacia sus cuentas y en ellas estaba marcado con letras grandes el enfrentamiento
ante Estados Unidos. Sin embargo una nueva sorpresa allanó más el camino yugoslavo: Estados
Unidos perdía (66-64) ante Italia. Yugoslavia podía proclamarse campeón del mundo en la
penúltima jornada si ganaba a los norteamericanos.
El ambiente en el Palacio Tivoli superó todo lo presenciado hasta entonces. La capacidad oficial
del pabellón habla de 12.000 espectadores pero allí se colaron al menos 14.000, con sus
respectivas banderas. Pero Yugoslavia sufrió. Los norteamericanos, con un Silliman muy
poderoso bajo tableros, ponen nerviosos a sus rivales en los que Cosic falla más de la cuenta.
En la reanulación, empujados por un Skansi letal y con Cosic mejorado, los locales toman la
delantera entre la algarabía de sus aficionados. Una ventaja de siete puntos permite a los de
Zeravica renunciar a lanzar seis tiros libres en los últimos dos minutos y alcanzar el éxtasis
cuando Ivo Daneu salta a la cancha para disputar los últimos instantes. Al bocinazo final (70-63)
les sigue una multitudinaria invasión de la cancha. Yugoslavia se proclama campeona del mundo
por primera vez en su historia, y todavía faltaba una jornada.
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FUNDACIÓN PEDRO FERRÁNDIZ