CAMPEONATO DEL MUNDO URUGUAY 1967
Estados Unidos, Yugoslavia, México e Italia disputaron en Las Mercedes, a orillas del río que da
nombre al país, una fase de clasificación trepidante.
No hubo palizas y los seis encuentros depararon grandes emociones. El equipo estadounidense
se impuso a Italia (67-56), México (75-65) y Yugoslavia (76-71). Los balcánicos lograron sendas
victorias ante italianos (71-62) y mexicanos (86-73), mientras que estos últimos se consolaron
con un triunfo ante la selección trasalpina (78-60). Entonces México tenía un gran equipo con
Manuel Raga y Arturo Guerrero en plan estelar y lo demostró al ganar todos los encuentros de la
fase de consolación. Quizá en otro grupo se habrían clasificado para la lucha por las medallas.
En Salto, Brasil demostró que baloncesto se mantenía entre los mejores del mundo. Eran los
vigentes campeones del mundo y medalla de bronce en los recientes Juegos Olímpicos de Tokio,
mantenían a sus estrellas Amaury Passos y Ubiratán Pereira y habían incorporado a los excelentes
Luis “Mosquito”Menon y Carlos Masoni. Los brasileños ganaron por mas de 30 puntos a
paraguayos y portorriqueños y por quince (83-67) a Polonia, con la que pasaron a la siguiente fase.
Montevideo fue testigo de una exhibición demoledora de la Unión Soviética . Los soviéticos, muy
renovados por Alexander Gomelski, tenían en le capitán Gennadi Volnov un seguro de vida y
presentaban en sociedad a dos jóvenes estrellas: Modestas Paulaskas y Sergei Belov. En esta
primera fase resultó un monologo soviético incontestable por parte de argentinos (105-66),
peruanos (84-46) y japoneses (95-56). Argentina, por su parte, hizo valer su superioridad ante
unos flojísimos rivales y volvió a estar presente en la fase final de un Mundial.
FRIO GLACIAL
El traslado de las fechas del Mundial desde diciembre de 1966 a mayo de 1967 trajo una
consecuencia desagradable: el intenso frío que en esa época padece Uruguay. Los organizadores
no cayeron en cuenta de este detalle cuando solicitaron el aplazamiento y habían llevado la
disputa de los encuentros a una cancha para 15.000 espectadores, en realidad un viejo almacén
rehabilitado en su interior y cerrado por una bóveda tan artística como ineficaz.
Sin calefacción y sin aislamiento térmico en el recinto, allí se rozaban siempre los cero grados
centígrados. No importaba que el recinto se llenara en sus 15.000 plazas, una cortina de vaho
humano delataba el frío siberiano soportado por todo aquel que se pasara por “el frigorífico” (que
así fue bautizada la cancha por razones obvias) bien por obligación (árbitros, federativos,
técnicos y jugadores) o por devoción (público, más sufrido que nunca). Este, que respondió
demasiado bien, dadas las condiciones ambientales y la floja actuación de su selección, se lo
tomo con buen humor, acudiendo a los partidos con mantas y aprovechando la presencia del
recién elegido presidente, Oscar Gestido, para dedicarle todo tipo de cánticos alusivos a la
temperatura.
La selección uruguaya, que se había incorporado a la competición para disputar la fase que
reunía a los mejores -como venía siendo habitual desde la primera edición del certamen- nunca
tuvo opción de pelear por las medallas, pero sí se convirtió en juez a la hora de decidir las
mismas. Uruguay comienza su andadura ante Brasil y padece un serio correctivo (63-54) que no
es capaz de enmendar en sus partidos siguientes ante Argentina (79-75), Estados Unidos (88-53)
y la Unión Soviética (60-54).
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FUNDACIÓN PEDRO FERRÁNDIZ