URUGUAY
1967
Las intenciones de la FIBA de que los Campeonatos Mundiales se celebrasen
cada cuatro años, justamente a caballo de los Juegos Olímpicos, se habían
venido abajo, como hemos relatado en capítulos anteriores, por los retrasos en
la organización de la tercera edición que debió disputarse en Chile en 1958.
Los problemas surgidos en Manila impidieron recuperar el año de desfase que se llevaba y las
ilusiones para volver a la normalidad en Uruguay quedaron cercenadas a instancias de las
autoridades uruguayas, que temían hacer coincidir la disputa del torneo con la convocatoria de
elecciones generales en el país.
¿Tan complicado hubiera sido realizar los dos acontecimientos al mismo tiempo? Seguramente,
si. Para comprobarlo basta con recordar la situación política que a finales de la década de los
sesenta se vivía, no solo en Uruguay, sino en todo el continente americano. El triunfo de la
revolución cubana había provocado numerosos brotes de guerrilla revolucionaria que, en la
mayoría de los casos, fueron contestados con duras dictaduras militares. En 1966, Honduras,
Guatemala, Nicaragua, Bolivia -donde Ernesto “Che” Guevara intentaba reeditar el éxito de la
guerrilla cubana-, Brasil, Argentina... se encontraban bajo un gobierno militar, mientras que
Uruguay se encaminaba a ello ante la falta de soluciones ofrecidas por los partidos democráticos
y la creciente pujanza del movimiento revolucionario Tupamaro.
Uruguay había vivido épocas de bonanza económica bajo la presidencia de Luis Batlle, líder del
partido colorado, pero una inflación galopante a principios de la década de los sesenta había
sumido al país en una grave crisis. En 1962, el partido blanco ganó las elecciones y respondió a
las demandas de aumento salarial con una fuerte represión cuya consecuencia inmediata fue su
derrota en las elecciones de 1966 ante el “colorado”, Oscar Gestido. Pero la campaña electoral
resultó muy dura y los incidentes, habituales. La petición de aplazamiento para el Mundial
pareció bastante lógica y acertada.
Pero pese al acierto en solicitar el aplazamiento, Uruguay no se encontraba en la situación que
requería la organización de un evento deportivo de esta magnitud y todas las delegaciones
presentes en este V Campeonato del Mundo padecieron numerosas deficiencias. Las ciudades
de Mercedes, Salto, y Montevideo quedaron seleccionadas para acoger a los tres grupos que
formaban la primera ronda del torneo. La ciudad argentina de Córdoba acogería la fase de
consolación, mientras que la capital Montevideo, repetía con la celebración de la fase final,
aunque en una cancha diferente, con mayor capacidad pero nulas condiciones.
La organización no había introducido novedades en el sistema de competición. La primera fase
dejo tres datos para el recuerdo: la dureza del grupo A, disputado en Las Mercedes con cuatro
equipos de altísimo nivel, la permanencia de Brasil entre los mejores y la presentación de la
candidatura al título de la Unión Soviética.
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FUNDACIÓN PEDRO FERRÁNDIZ
CAMPEONATO DEL MUNDO