ESPIRITIUALIDAD
Y RELIGIOSIDADY
La religiosidad y la espiritualidad son opuestas, antagónicas y excluyentes. La diferencia radica fundamentalmente en un factor psicológico: la actitud. Estoy de acuerdo con Marx cuando dice que la religiosidad “es el opio del pueblo”. Está soportada sobre el andamiaje del ego, y los pilares que la sostienen son la ignorancia, el apego y el miedo. Parte como una respuesta defensiva de la conciencia infantil y de las culturas primitivas y su principal motor es el miedo a una exterioridad peligrosa e implacable. La religiosidad es el camino del miedo, es lo que se construye y vive, cuando la vida carece de espíritu.
La religiosidad separa a Dios y el Ser. Esto conlleva a la negación de la experiencia espiritual, porque toda experiencia es intima e interior. Queda expulsada así la variable que sostiene las bases de una verdadera espiritualidad: el Espíritu, porque este solo puede ser vivenciado. Como consecuencia, aborda y exalta los actos externos como rituales, ayuno, limosnas y penitencias; y desconoce los internos como motivaciones, actitudes, experiencias. Y resulta que los actos externos en sí son pura vanidad, según nuestro punto de vista, pues los actos internos determinan nuestra verdadera vivencia de las cosas. La religiosidad es una mercancía hecha para manipular, sobornar y hacer trueque con lo sagrado.
El religioso vive pegado del pasado, el futuro y el más allá, y no del único momento y lugar donde puede vivir la inspiración de Espíritu: el presente. La espiritualidad, por el contrario, parte de una idea antagónica: lo sagradoinicia todo movimiento a través de la inspiración del Espíritu que mora en nuestro interior, mientras escuchamos atentamente y ponemos en acción lo que el Espíritu sugiere.