LA ILUSTRACIÓN DECORATIVA DEL LIBRO
Los manuscritos iluminados
Walter Crane
odas las manifestaciones del arte están tan íntimamente relacionadas con
la vida y el pensamiento, tan cercanas a la condición humana y a sus hábitos y costumbres; reflejan tan íntimamente cada momento y cambio
de ese incesante movimiento (el entramado del progreso humano y las
fuerzas de la naturaleza al que llamamos historia) que es prácticamente
imposible mantenerse impávido sin especular acerca de las fuerzas que
subyacen y sus orígenes.
La historia del hombre se fosiliza ante nuestros ojos y se preserva con toda la
fuerza de su imagen vital y colorida en el arte y en los libros. La sucesión de eventos lejanos en el tiempo se muestra con sus formas, su oropel y colorido en el limpio trazo del
dibujo, ese símil de espejo que ilustra cada pasaje
y cada aspecto del drama humano.
Si la pintura es el espejo de las naciones, el
libro ilustrado bien podría ser su espejo de mano,
ya que refleja esa mirada íntima de los acontecimientos del mundo a través de los siglos y de sus
pobladores mostrando cada minuto y cada detalle
familiar, así como sus sueños, juegos y aspiraciones.
Mientras los templos y mausoleos antiguos nos hablan de las glorias y las ambiciones de
reyes y de sus historias de conquistas y tiranías;
los manuscritos iluminados medievales, en cambio, nos muestran los aspectos íntimos: sus aficiones, sus gustos y creencias, sin olvidar sus inclinaciones místicas, religiosas y ceremoniales; dando
Inicial de La Mer des Histoires.
pie a una pieza entreverada entre la pluma y el
Pierre Le Rouge. 1488
pincel con el más exquisito sentido de belleza decorativa.
Herbert Spencer se refiere al libro del hombre moderno como el símbolo de la
conexión a través del largo hilo de la historia con los antiguos jeroglíficos egipcios y las
representaciones pictóricas de nuestros ancestros cuyo afán fue el de registrar y dejar memoria de los incidentes cotidianos.
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