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“HERMANOS”

Noche de frío y estrellas, campamento del Plumerillo, Mendoza, año 1814.

José incorporándose dijo “lo recuerdo como si fuera ayer” no éramos tantos y todo fue muy rápido jajaja en vez de charquicán se encontraron con nosotros.

En pleno combate un soldado realista atacó al caballo de San Martín que cayó sobre el general a punto de ser herido, el zambo correntino Cabral y el puntano Baigorria fueron los que lo salvaron de una trágica muerte.

José suspira agachando la cabeza y la vuelve a levantar sonriendo con orgullo y honor.

Amuyen, el mapuche, lo mira con admiración, le da una palmada en la espalda y dice que no sabe ni leer ni escribir, que trabajó en la mina en Chile, que era golpeado por los jefes realistas todos los días, que no comía, que no dormía y cuando dormía era en el piso.

Cierta vez le propusieron dejar la mina y unirse al ejército libertador de Chile al mando del general O’Higgins, Vicente aceptó para tener su libertad y la libertad de todos sus hermanos sacando a los españoles de la región.

Amuyen deseaba luchar con valentía y coraje para liberar a los pueblos.

Samir pensativo se acerca a la fogata, estira los brazos y calienta sus manos una sobre otra, mira al cielo y dice seguramente ahora me toca a mi contarles porqué estoy acá.

En mi tierra, en Perú, escuché rumores que decían que la región necesitaba hombres para luchar contra el ejército realista.

Sentí miedo, nervios, orgullo, y acá estoy formando parte con ustedes del cuerpo de granaderos a caballo dispuesto a que seamos libres que lo demás no importa.

Poco faltaba para emprender el camino de montaña, del minero, del zambo, del peruano nada quedaba a la vista, estaban tres granaderos fuertes, jóvenes y valientes acompañando los caminos de la historia.

En el amanecer del 12 de febrero de 1817 el ejército patriota estaba preparado para la contienda en la Cuesta de Chacabuco, la que le daría la libertad a Chile, la batalla mas importante en tierra hermana, ganada con la bravura de las tropas patriotas al mando de los generales argentinos y chilenos.

En el ejército patriota, hubo muy pocas muertes, apenas cien, en el suelo la sangre se mezclaba con la tierra, los gritos de dolor se escuchaban de lejos, algunos estaban boca abajo, otros con los ojos al cielo.

Al amanecer se vieron tres cuerpos juntos, no se movían, parecía que las bocas sonreían, la libertad estaba con ellos, también sus sentimientos, sus sueños y su valor que quedaron en la historia de hermanos.