La arquitectura moderna continúa consolidándose como una expresión del tiempo que habitamos, donde la funcionalidad, la estética y la tecnología convergen para dar forma a espacios más humanos y eficientes.
Lejos de ser solo una corriente visual, la arquitectura moderna responde a nuevas formas de vivir, trabajar y convivir, priorizando la claridad estructural y el uso honesto de los materiales.
Líneas limpias, volúmenes bien definidos y una paleta de materiales sobria permiten que los edificios dialoguen con su entorno sin imponerse.
El concreto aparente, el acero y el vidrio siguen siendo protagonistas, pero ahora acompañados de madera, piedra y elementos naturales que aportan calidez.
La arquitectura moderna también ha evolucionado hacia una mayor conciencia ambiental. La orientación del edificio, el aprovechamiento de la luz natural y la ventilación cruzada ya no son opcionales, sino elementos esenciales del diseño.
Estas decisiones no solo reducen el consumo energético, sino que mejoran la experiencia de quienes habitan los espacios.
Otro rasgo clave es la flexibilidad. Los espacios modernos están pensados para adaptarse a múltiples usos, permitiendo transfor-
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