Cuando Pablo dijo: “Si te ha perjudicado o te debe algo, cárgalo a mi cuenta,” él estaba hablando de restitución. Le escribe una carta a Filemón, con un carácter privado, personal y como un instrumento misionero y una forma de sustituir su presencia, ya que se encuentra preso y quiere pedir un favor, “que se atreva a perdonar al esclavo Onésimo que le había robado y huido” y que ahora se encontraba preso junto con Pablo en Roma, pero que Dios había cambiado su vida. Onésimo aprende con Pablo que huir de los problemas no es la solución, y que tiene que volver a su sitio de origen, restaurar, reivindicar y restablecer todo perjuicio que había hecho a su amo Filemón. También Filemón necesitaba reconciliarse con su siervo, que ahora no es un simple esclavo, sino un hermano en la fe. Filemón había perdido no solo algo material, sino también a su esclavo, y ahora recibe una propuesta, “Si te ha perjudicado o te debe algo, cárgalo a mi cuenta, te lo pagaré,” era un compromiso de recuperar lo que su esclavo le había quitado, y también recuperar a su esclavo fugitivo, que antes le causó problemas pero ahora venía para ser muy útil. Lo que Pablo hizo de que le fuera cargado a su cuenta y pagar lo que otro hizo, fue lo que Jesús hizo. Así como Onésimo con su amo Filemón, dañamos la relación con Dios por pecar, y había necesidad de restablecer esa relación y solo él podía pagar nuestra cuenta. El arrepentirnos y convertirnos de todo corazón, trae sin duda una promesa de Dios de restituir todo lo que vino como consecuencia a vivir vidas desordenadas y en desobediencia a Dios, “él restituirá los años de escases, y comeremos hasta saciarnos y nunca jamás seremos avergonzados. Joel 2:25,26.
Pero cuando Dios restituye lo hace al doble, y lo vemos cuando él llama a servirle; Pedro le dijo a Jesús “recuerda que nosotros dejamos todo lo que teníamos, y te hemos seguido”. La respuesta de Jesús para quienes hemos dejado todo por servirle es: “Les aseguro que si alguno ha dejado su casa, su esposa, sus hermanos, sus padres, o sus hijos, por ser obediente al reino de Dios, sin duda recibirá aquí mucho más de lo que dejó” Luc 18:30. El Dios que llama a renunciar a todo por él, es generoso en devolver pues no es injusto para olvidar la obra que hacemos para él.
¡La medida de nuestro despojo será la medida de nuestra restitución!
Sandra Ramos
Misionera en Chile