carácter o piedad, que atestiguan que estamos en Él. Si no estamos manifestando estas evidencias o frutos, no estamos en Cristo y no vivimos por la fe de Jesús. La vida en Jesús produce Paz. “Justificados, pues, por le fe, tenemos paz para con Dios…”(Rm. 5:1). “Y la paz de Dios, …guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús” (Fil. 4:7). La vida en Jesús trae Comunión. “Y esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien has enviado” (Jn. 17:3). La vida en Jesús produce Regocijo. “A quien amáis sin haberle vista, en quien, creyendo, aunque ahora no lo veáis, os alegráis con gozo inefable y glorioso” (1 Pd. 1:8). Otro resultado de la vida de Dios en el cristiano, es que puede regocijase en su gracia y soberanía, a pesar de las dificultades. Sabe que las circunstancias presentes no son nada comparables con la gloria venidera y se goza y se gozará aún. ¡Cómo no gozarnos si tenemos vida en El y por El!
La vida en Jesús Transforma. “…mirando …la gloria del Señor, somos transformados de gloria en gloria en la misma imagen, como por el Espíritu del Señor” (2 Cor. 3:18). A medida que la vida de Dios actúa en nosotros vamos siendo transformados a su imagen. Es decir, nos vamos santificando para asemejarnos más a Él. Somos perfeccionados mediante la acción santificadora de la palabra. ¡Gracias Señor por transformarnos a tu voluntad! La vida en Jesús es de bendición para otros. “Y vosotros vinisteis a ser imitadores de nosotros y del Señor, recibiendo la Palabra en medio de gran tribulación…” (1 Tes. 1:6). “Pero ahora vivimos, si vosotros estáis firmes en el Señor” (1. Tes. 3:8). Al ser llenos de la vida de Jesús nos convertimos por su gracia en canal de bendición para otros. Esto significa, que otros redimidos por Jesús son de ayuda espiritual para nosotros y viceversa. ¡Gracias sean dadas al Padre; quien nos bendijo eternamente en Jesús y nos ha concedido el privilegio de bendecir a otros por la acción de su Espíritu Santo! ¡Gracias por tan preciosos regalos! ¡Todo proviene absolutamente de ti!
De esta forma podemos concluir diciendo que la gracia de la gracia, es una causa eficiente: la ley; una causa formal: la fe; y una causa evidente: el fruto. Es solamente mediante el Benefactor singular que la pluralidad de beneficiarios es alcanzada. Mediante la pluralidad de su justicia somos perdonados para vivir para Él. Tanto con la ley como marco estructural, Cristo provisión metodológica y el fruto evidencia práctica; es que un creyente puede afirmar que vive por la fe. De lo contrario, es un religioso del mercado que no sabe lo que dice. La justica es de Dios, la fe es de Dios y el fruto es de Dios. ¡Esto es gracia! Pero sin ley no hay gracia, sin fe no hay gracia y sin fruto no hay gracia. El concepto adecuado de ella, es la integración perfecta de estos tres aspectos: ley, Cristo y fruto. ¡Esta es la gracia!