BRUJULA TEOLOGICA MAYO 2017 | Page 23

estado de alienación y distorsión de su identidad, proponiendo una “lucha contra su propia fertilidad”, afirmando que la mujer debe huir de “la trampa de la maternidad” si quiere conquistar el terreno profesional del varón; y por otro lado acentuó el conflicto con los hombres, quienes provienen por lo general de trasfondos machistas.

Indudablemente el movimiento feminista, junto con el invento de la internet, son dos sucesos de los más revolucionarios del Siglo XX y los que más cambios generaron en la humanidad, con repercusiones sociales profundas en la política, la economía y las ciencias, alcanzando a billones de personas alrededor del planeta. Pero era necesario generar tanto desorden social en todo el mundo? Hasta donde se debe llegar? Cuál es el límite de la liberación femenina?

“En la actualidad, algunos movimientos feministas aceptan que el hombre y la mujer son “diferentes y complementarios”. Ya se habla de neofeminismo para darle cabida a la complementariedad, mas que a una igualdad radical con el hombre. Así mismo el neofeminismo habla de una revaluación de la maternidad y la familia.” (www.elkiosko.com.mx)

La mujer en general y el movimiento feminista en particular, no se dan cuenta de que han sido objeto útil en las manos de Satanás, para continuar la tarea destructiva de la familia, tarea iniciada en El Jardín del Edén. Cuando ella cedió a la tentación y desobedeció las instrucciones de Dios, propició la iniciación de la descomposición moral y espiritual de la raza humana. Si sigue peleando contra el hombre, seguirá ahondando la brecha en vez de construir un puente de cooperación entre los dos. Debe volverse a Dios para buscar la dirección del Espíritu Santo para re-encontrarse consigo misma en la tarea que ella está connaturalmente llamada a cumplir con la familia. Recibió una sentencia divina por su falla y cualquier acción contraria a los designios divinos, no es otra cosa que “una contravención” al orden que Dios dispuso en ese primer Juicio realizado en el Edén.