•
•
¿Cuándo se darán cuenta del anzuelo satánico que se han tragado los que así afrontan la vida moderna? Va a ser muy tarde cuando descubran que han sido víctimas de su propio invento, porque separados de Dios nada podemos hacer y así lo han entendido muchos científicos que hace apenas 40 años formaban parte del grupo que no creía en Dios y hoy día, después de tantos descubrimientos históricos que confirman fehacientemente las narraciones bíblicas, han llegado a la conclusión de que “LA BIBLIA TENIA RAZON”.
Así como expusimos en la edición Brújula Teológica de Mayo/2017, que la mujer de hoy perdió su rumbo a partir del movimiento de liberación femenina, podemos decir para el hombre que, como un Capitán que abandona su barco, el ha abandonado su lugar de dirección y autoridad en la familia y lo ha cedido negligentemente al querer de su esposa o a presiones ideológicas externas que se vienen debatiendo mundialmente en los últimos 70 años, con el único objetivo de destruir la familia como célula básica del desarrollo de la sociedad. En el sistema del mundo las cosas solo van a seguir marchando hacia lo peor, pero nosotros los hijos de Dios nos movemos en el sistema del Reino de Dios y nuestro trabajo es retomar todo lo que el diablo nos ha robado de la potestad y el dominio que estaba planeado para el hombre desde el principio.
Al capitán del buque italiano Concordia lo condenaron a 26 años de cárcel por dejar su puesto de mando, abandonando su tripulación y los pasajeros que estaban a su cuidado, al vaivén del viento. Una falla humana que mereció un castigo de esta magnitud. ¿Cuánto crees tú que será el castigo para los padres que hayan abandonado el puesto de comando de sus familias, dejándolos navegar a su arbitrio? Vistámonos de valor cristiano y retomemos el comando de nuestras familias brindándoles: inspiración, planeación, organización, dirección, control y amonestación para sus vidas, funciones estas que nos corresponde desempeñar para llevar a puerto seguro nuestro más preciado tesoro, con la ayuda de Dios y la guía del Espíritu Santo, en este tormentoso mar de la vida en que estamos navegando.