BRUJULA TEOLOGICA JULIO 2017_MINISTERIOS | Page 32

“Pues mucho me regocijé cuando vinieron los hermanos y dieron testimonio de tu verdad, de cómo andas en la verdad. 4No tengo yo mayor gozo que este, el oír que mis hijos andan en la verdad. 5 Amado, fielmente te conduces cuando prestas algún servicio a los hermanos, especialmente a los desconocidos, 6 los cuales han dado ante la iglesia testimonio de tu amor; y harás bien en encaminarlos como es digno de su servicio a Dios, para que continúen su viaje. 7Porque ellos salieron por amor del nombre de Él, sin aceptar nada de los gentiles. 8Nosotros, pues, debemos acoger a tales personas, para que cooperemos con la verdad” (3 Jn. 1:3-8).

Después de considerar sucintamente la actitud tan inadmisible como la de Diótrefes; el apóstol Juan nos lleva a considerar otro personaje y destinatario de la misiva. Estamos hablando de un hermano querido, amoroso, compasivo y cordial: Gayo. No sabemos exactamente que tipo de liderazgo ocupaba en la iglesia. Pero por el contexto del escrito; podemos anticipar que se trata de un prominente líder; quizás un pastor o presbítero. El carácter de este hermano, es totalmente opuesto al descrito anteriormente. Es un contrate a la conducta de Diótrefes y a su afán desmedido por imponer su autoridad.

Es fácil llegar a la conclusión que Gayo era un hombre afable, cordial y generoso. Su alma fuerte; hizo que Juan sintiese profundo aprecio por él. Su vida es un testimonio consistente de la verdad que no sólo conocía, sino que seguía y vivía. Además de su vida consistente y ejemplar era muy generoso en cuanto a su manera de vivir. No da sólo cuando se deja llevar por sus emociones y cumple; sino continua fielmente dando. Gayo es muy acogedor con hermanos y peregrinos, dando generosa hospitalidad. Fue un cristiano esforzado constantemente por agradar y estar bien con todos los hermanos. Es una orden vivir como es digno del evangelio, no en nuestra propia verdad. “Solamente que os comportéis como es digno del evangelio de Cristo, para que o sea que vaya a veros, o que esté ausente, oiga de vosotros que estáis firmes en un mismo espíritu, combatiendo unánimes por la fe del evangelio” (Fil. 1:27). “Por tanto, amados míos, como siempre habéis obedecido, no como en mi presencia solamente, sino mucho más ahora en mi ausencia, ocupaos en vuestra salvación con temor y temblor” (Fil. 2:12).