El segundo aspecto que deseo hacer sobresalir de Efesios 4:12 es el propósito del ministerio: a fin de perfeccionar a los santos para la obra del ministerio.
Este propósito claramente expuesto, es perfeccionar a los santos. Acá se hace necesario aclarar la palabra “perfeccionar”, puesto que tradicionalmente se ha vinculado con el comportamiento moral, sin embargo, el contexto de la misma frase nos puede ayudar a ver otra perspectiva más acertada. Es perfeccionar para la obra del ministerio. Es decir, capacitar, entrenar o educar a los discípulos, para que cumplan su ministerio en su entorno.
Cada uno de los creyentes tiene un ministerio que ejercer en su entorno laboral , familiar o social. El pretexto de Dios es enviarnos al seno de una empresa, sea como gerentes o empleados u operarios para que podamos ayudar o ministrar el poder del Espíritu en ese entorno especifico. Algo similar en el ámbito familiar o en un vecindario o comunidad especifica. Estamos en este mundo para ser luz. El Señor lo dijo: Vosotros sois la luz del mundo. Una luz se pone sobre la mesa para que alumbre.
Bajo esta perspectiva podemos entonces concluir que el propósito de los ministerios es dedicarnos a apoyar el crecimiento personal y espiritual de cada creyente, para que ellos puedan a su vez ayudar, apoyar o servir a sus congéneres en cualquier entorno al que sea enviado.
Ese es el propósito del discipulado. Jesucristo lo dijo así: Vayan y hagan discípulos, enseñándoles todo lo que yo les he enseñado. Y Pablo también lo dijo así a Timoteo: Lo que has oído de mí ante muchos testigos, esto encarga a hombres fieles que sean idóneos para enseñar también a otros