dominical, ellos hacen parte fundamental de la estadística anual del crecimiento de la iglesia. Una vez termino mi sermón y se da punto final a la reunión, salgo al pasillo a saludar a toda la iglesia incluyendo a mis miembros más pequeños, muchos de ellos corren a mis brazos a darme un caluroso saludo, otros me estiran la mano con el puño cerrado y chocamos los puños, uno que otro con un simple “hola Pator” cuando los veo correr con sus manos llenas de dulce, pegachentas, cuando los veo incluso venir con sus narices llenas de líquido nasal, cuando voltean la gaseosa en el piso de la iglesia y hacen cuanta travesura es natural en ellos doy gloria a Dios, porque un día alguien me aceptó en una iglesia cuando era tan solo un niño y me mostró el camino al Señor. Recuerde las palabras de Jesús, Dejad que los niños vengan a mí y no se lo impidáis. Mateo 19:13-15.
P. Josué Daniel Aya
CRC Nuevo Kennedy