SEGUNDA PARTE
Es fácil llegar a la conclusión que Gayo era un hombre afable, cordial y generoso. Su alma fuerte; hizo que Juan sintiese profundo aprecio por él. Su vida es un testimonio consistente de la verdad que no sólo conocía, sino que seguía y vivía. Además de su vida consistente y ejemplar era muy generoso en cuanto a su manera de vivir. No da sólo cuando se deja llevar por sus emociones y cumple; sino continua fielmente dando. Gayo es muy acogedor con hermanos y peregrinos, dando generosa hospitalidad. Fue un cristiano esforzado constantemente por agradar y estar bien con todos los hermanos. Es una orden vivir como es digno del evangelio, no en nuestra propia verdad. “Solamente que os comportéis como es digno del evangelio de Cristo, para que o sea que vaya a veros, o que esté ausente, oiga de vosotros que estáis firmes en un mismo espíritu, combatiendo unánimes por la fe del evangelio” (Fil. 1:27). “Por tanto, amados míos, como siempre habéis obedecido, no como en mi presencia solamente, sino mucho más ahora en mi ausencia, ocupaos en vuestra salvación con temor y temblor” (Fil. 2:12).
Habla de agapo; amor sacrificial, que pone a otros en primer lugar y no a sí mismo. “Nada hagáis por contienda o por vanagloria; antes bien con humildad, estimando cada uno a los demás como superiores a él mismo; 4 no mirando cada uno por lo suyo propio, sino cada cual también por lo de los otros. 5Haya, pues, en vosotros este sentir que hubo también en Cristo Jesús, 6 el cual, siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse, 7sino que se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres; 8 y estando en la condición de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz.