BRUJULA TEOLOGICA ABRIL 2017 | Page 24

consiente del poder de Dios, es el día de su muerte. De esta forma, se inmola junto a sus enemigos, con quienes coqueteó gran parte de su vida. “Entonces clamó Sansón a Jehová, y dijo: Señor Jehová, acuérdate ahora de mí, y fortaléceme, te ruego, solamente esta vez, oh Dios, para que de una vez tome venganza de los filisteos por mis dos ojos” (Jue. 16:28).

Porque digo esto, porque Sansón quiso impartir justicia sin el juez que es Cristo. Lo hizo con su fuerza física, pero sin invocar el nombre del que todo lo puede. Se basó en sus músculos y no en la fe. La pregunta es: ¿Por qué Sansón confió en sí mismo y en sus obras y no en el Señor? Será que sus padres le alimentaron tanto sus dones naturales que se olvidaron de llevarle a mirar al dador de ellos. Como padres tenemos la tentación a pensar que nuestros hijos son inteligentes per se, que son hábiles per se y que lograran sus sueños per se. Con poca frecuencia les llevamos a reconocer que son incapaces y que todos esos dones y habilidades vienen de Dios. Que no triunfan por ser inteligentes, sino por temer al Señor. Cuando esto hacemos, vamos a tener hijos religiosos, tradicionalistas, llenos de costumbres religiosas y jerga evangélica; pero sin vida, sin fe y sin pasión por el Señor. Quizás esa fue una de las realidades de Sansón, ejemplificada por sus padres. Le dijeron: tú puedes, tú lo lograrás, eres fuerte y valiente. Quizás le dijeron: ¿quién es el niño valiente, inteligente y fuerte? Pero no le dijeron: eres débil y necesitas la fuerza de Dios. Cuando esto hacemos, el resultado es religiosidad sin santidad; obras sin Dios y relaciones sin pasión.

CONCLUSIÓN

La vida de Sansón es un ejemplo de lo que el cristiano no debe hacer. Como padres debemos examinarnos con la Palabra para no cometer los errores que él cometió y no sufrir las consecuencias dolorosas. Sansón no es sólo una figura bíblica con valor histórico, sino que es una metáfora de la suerte que puede correr un cristiano y la iglesia, cuando confía en sus dones y se hace amigo del mundo. De sus contradicciones y fracasos, de su liviandad y sensualidad, podemos extraer valiosas lecciones para nosotros. Especialmente, según el enfoque del artículo, nosotros los padres corremos el riesgo de ser pasivos en el deber de instrucción de nuestros hijos. (Temina en la página 9)