BRUJULA CIUDADANA Las redes de la corrupción | Page 29
2) A mérica L atina
y sus experiencias frente a la corrupción
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Tras la captura y extradición de los líderes
del Cartel de Cali, la siguiente generación
de narcotraficantes colombianos, conocidos
como el Cartel del Norte del Valle, tuvo una
estrecha simbiosis con grupos paramilitares.
Como resultado, los emergentes grupos
narco-paramilitares ya no intentaron mani-
pular las instituciones del Estado mediante su
participación directa en política ni mediante
sobornos millonarios al presidente. Por el
contrario, iniciaron una estrategia de conso-
lidación de poder territorial, de abajo hacia
arriba, apoyando líderes políticos locales,
candidaturas a cargos de elección popular
en el nivel regional, y poniendo en marcha
una intensa maquinaria de violencia. De esta
manera, para finales de los 90s y comienzos
del presente siglo, las más peligrosas formas
de corrupción en Colombia no consistían
únicamente en sobornos o fallas en procesos
de contratación, sino en violencia extrema y
cooptación entre agentes públicos, privados,
y abiertamente criminales.
Con más de 200 masacres ejecutadas
durante el año 2000, y aproximada-
mente 6 millones de desplazados in-
ternos durante la primera década del
siglo, Colombia es actualmente uno de
los mejores -y más perversos- ejemplos
de que la corrupción tiene efectos
directos sobre la vida.
Enfrentando la complejidad de la
corrupción
La corrupción es usualmente entendida como
un problema social en el que agentes privados
compran favores de funcionarios públicos.
Así, la corrupción comúnmente se define
como el abuso del poder público para el
favorecimiento particular. En este escenario
tradicional, el soborno -de baja, mediana o
gran escala- es el principal mecanismo de
intermediación entre lo público y lo privado.
Esta práctica es tan común, que la mayoría
de países en Occidente tipifica varias formas
de cohecho.
No obstante, en países con intensa actividad
criminal, de narcotraficantes, delincuencia co-
mún, guerrilleros, o paramilitares, los intentos
por infiltrar y manipular las instituciones del
Estado usualmente incluyen también me-
canismos más sofisticados que el soborno.
Cuando en un Estado -local, departamental o
nacional- se establecen acuerdos para coop-
tar y reconfigurar instituciones, el soborno
y su correspondiente enriquecimiento ilícito
de funcionarios públicos es sólo una de las
múltiples expresiones de la corrupción. En
estos casos, el escenario de “plata o plomo”
es superado por situaciones en que agentes
privados, legales e ilegales, y agentes pú-
blicos compran y venden sus capacidades
institucionales.