BRUJULA CIUDADANA Las redes de la corrupción | Page 29

2) A mérica L atina y sus experiencias frente a la corrupción 27 Tras la captura y extradición de los líderes del Cartel de Cali, la siguiente generación de narcotraficantes colombianos, conocidos como el Cartel del Norte del Valle, tuvo una estrecha simbiosis con grupos paramilitares. Como resultado, los emergentes grupos narco-paramilitares ya no intentaron mani- pular las instituciones del Estado mediante su participación directa en política ni mediante sobornos millonarios al presidente. Por el contrario, iniciaron una estrategia de conso- lidación de poder territorial, de abajo hacia arriba, apoyando líderes políticos locales, candidaturas a cargos de elección popular en el nivel regional, y poniendo en marcha una intensa maquinaria de violencia. De esta manera, para finales de los 90s y comienzos del presente siglo, las más peligrosas formas de corrupción en Colombia no consistían únicamente en sobornos o fallas en procesos de contratación, sino en violencia extrema y cooptación entre agentes públicos, privados, y abiertamente criminales. Con más de 200 masacres ejecutadas durante el año 2000, y aproximada- mente 6 millones de desplazados in- ternos durante la primera década del siglo, Colombia es actualmente uno de los mejores -y más perversos- ejemplos de que la corrupción tiene efectos directos sobre la vida. Enfrentando la complejidad de la corrupción La corrupción es usualmente entendida como un problema social en el que agentes privados compran favores de funcionarios públicos. Así, la corrupción comúnmente se define como el abuso del poder público para el favorecimiento particular. En este escenario tradicional, el soborno -de baja, mediana o gran escala- es el principal mecanismo de intermediación entre lo público y lo privado. Esta práctica es tan común, que la mayoría de países en Occidente tipifica varias formas de cohecho. No obstante, en países con intensa actividad criminal, de narcotraficantes, delincuencia co- mún, guerrilleros, o paramilitares, los intentos por infiltrar y manipular las instituciones del Estado usualmente incluyen también me- canismos más sofisticados que el soborno. Cuando en un Estado -local, departamental o nacional- se establecen acuerdos para coop- tar y reconfigurar instituciones, el soborno y su correspondiente enriquecimiento ilícito de funcionarios públicos es sólo una de las múltiples expresiones de la corrupción. En estos casos, el escenario de “plata o plomo” es superado por situaciones en que agentes privados, legales e ilegales, y agentes pú- blicos compran y venden sus capacidades institucionales.