BRUJULA CIUDADANA La reconstrucción en un marco de solidaridad | Page 71

3. C rónicas sobre jóvenes y brigadistas 69 solicitudes llegaban a la base de datos. El teléfono no dejaba de sonar. El contagio de querer hacer mucho, en poco tiempo, sin las herramientas ni el conocimiento se tradujo en pequeños campos de batalla de tomas de decisiones y luchas personales que, por momentos rallaron entre lo trágico, lo có- mico y lo absurdo. Las lenguas venenosas no tardaron en reclamar “la falta de liderazgo” y la ausencia de las autoridades. Nada más lejano a ello y me consta. Es importante aclarar que un líder no puede tomar todas las decisiones, pero sí debe coordinar las decisiones de aquellos que están apoyándolo. El Director no tiene el don de la ubicuidad y en poco tiempo tuvo que resolver cientos de dudas, preguntas, cuestiones, situaciones que no podían estar bajo su control… algunas no fueron muy acertadas, ni adecuadas. Algunas órdenes eran contradictorias y confusas… Es una realidad que también en estas situaciones sale a relucir el aspecto más oscuro de la especie humana: datos, órdenes, iniciativas tomadas que demostraron, nuevamente, que no existe un protocolo de comportamiento y de acción ante lo desconocido o conocido en teoría. Las primeras horas, como una nebulosa con- fusa, fueron tomando algo de forma cuando cada uno de los que estábamos ahí empe- zamos a mirar al otro y preguntar algo tan simple: ¿en qué te ayudo? ¿qué necesitas? La urgencia más grande, en aquel momento, fuero las copias de los formatos para las pri- meras brigadas que estaban a punto de salir, después del primer curso de formación… cientos de copias de un módulo, que luego fueron dos y luego tres distintos… “Ya lo resolveremos, me dijo alguien, tú saca 500 copias”. Por supuesto que ningún centro de copiado de la facultad estaba dando servicio, ni tampoco el personal técnico de apoyo había sido convocado. Extrañé terriblemente a nuestras secretarias. Me di cuenta que un Doctorado en Arquitectura no sirve abso- lutamente para nada ante una máquina que ocupa poco menos de un metro cúbico de espacio, llena de cientos de botones de co- lores, bandejas, pantallas, diferentes tamaños de papeles y está dispuesta a engullirte. La decisión más sabia, en aquel momento, se me antoja reposada en aquel colega que decidió seguir con su trabajo y no entrar en polémicas de órdenes y contraordenes sin consulta y aprobación superior. El liderazgo se fue decantando y reconociendo paulati- namente y cada quien asumió el lugar que le correspondió. Lo político, lo administra- tivo, lo formativo, lo técnico, lo práctico y lo urgente. Ante la cacofonía inicial, un grupo de cuatro jóvenes liderados por el programa de Servicio Social, trabajaban incasablemente en sus laps: estaban recibiendo los datos de las solicitudes