BRUJULA CIUDADANA El PND 2019-2024 y el federalismo | Page 11

1) A proximaciones críticas al P lan N acional de D esarrollo 2019-2024 9 Según el comunicado de la Secretaría de Ha- cienda, el PND es el documento en el que el gobierno “articula los objetivos y estrategias para atender los problemas prioritarios e impulsar el desarrollo nacional”. Así, el Plan presentado está conformado por tres ejes ge- nerales que permiten agrupar las problemáti- cas específicas cuya atención será prioritaria en los próximos seis años, a saber: Justicia y Estado de derecho, Bienestar y Desarro- llo económico. Contiene, además, tres ejes transversales que se refieren a los problemas públicos comunes a los ejes generales y cuya atención será prioritaria en todas las políticas públicas de esta administración: Igualdad de género, no discriminación e inclusión, Com- bate a la corrupción y mejora de la gestión pública y Territorio y desarrollo sostenible. Una primera mirada al PND indica su aleja- miento de lo que, en teoría debería ser un auténtico ejercicio de planeación. El docu- mento presentado se ubica más en la lógica de un discurso de campaña que en la de un instrumento de planeación. Abunda en diagnósticos y en señalamientos de buenas intenciones, pero no detalla la manera en que estos propósitos serán alcanzados: las estrategias previstas son demasiado generales y la inclusión de indicadores de seguimiento y metas de cumplimiento se antoja, hasta cierto punto, arbitraria. Sin embargo, no es el propósito de estas páginas emprender el análisis puntual del PND, sino reflexionar en torno a su sentido como guía efectiva de una estrategia de de- sarrollo que, en principio, debe proyectarse más allá de la coyuntura y abrir cauces para la construcción de un mejor futuro. ¿Guía efectiva de una estrategia de desarrollo? La pertinencia de este ejercicio se evidencia a la luz de dos consideraciones. En primer lugar, la falta de continuidad de programas, estrategias y aun marcos institucionales, con el consiguiente desperdicio de recursos econó- micos y de capacidad de gestión. Cada nuevo gobierno, en México y en muchos países del mundo, quiere dejar su sello. Es un propósito válido; lo que definitivamente va más allá de esta aspiración legítima es la pretensión de convertirse en parteaguas del desarrollo y aun de la historia nacional y que, para lograrlo, se muestre dispuesto a tirar todo por la borda. En mayor o menor grado, los gobiernos en México han aspirado a reinventarlo todo, des- de las políticas públicas hasta las instituciones, independientemente de si han funcionado o no. El peligro, como lo ha señalado en nume- rosas ocasiones José Woldenberg, estriba en que, en aras de corregir defectos, se tire el agua sucia de la tina con todo y niño.