BRUJULA CIUDADANA El Ejecutivo y su curva de aprendizaje | Page 20
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en segundo lugar, porque los estándares en
medio ambiente y gestión social son cada
vez más exigentes; y en tercer lugar, porque
no han generado una ‘constituency’, es decir,
un sector de la población que otorgue legi-
timidad social al proyecto, que lo haga suyo,
que se apropie de él, precisamente porque
ve un beneficio para el desarrollo local, y no
únicamente para los inversionistas ajenos al
sitio y a las comunidades donde se efectúa
la inversión.
Por ejemplo, las grandes plantas hidroeléc-
tricas con frecuencia naufragan porque des-
cuidan este aspecto de la apropiación social.
Si únicamente generan valor para los accio-
nistas, pero se olvidan de la población local,
estarán incrementando el nivel de riesgo del
propio proyecto de inversión.
Los proyectos tradicionales del sector ener-
gético se han dirigido al petróleo, al gas na-
tural y a otros sectores convencionales. De
manera creciente, están brotando proyectos
de inversión generados en las propias comu-
nidades que crean valor para ellos mismos.
Así, las grandes líneas en el ámbito macro-
económico han de traducirse en ejemplos
concretos de proyectos de inversión con
rentabilidad social.
Recientemente me encontré con un caso
muy interesante de proyectos de inversión en
torno al agua en la Mixteca oaxaqueña. Las
comunidades están promoviendo pequeños
proyectos con soporte técnico, socialmente
aceptables, económicamente viables y am-
bientalmente sustentables que impulsan el
desarrollo productivo en el agro.
La columna vertebral es el agua. Los pro-
yectos de inversión consideran los capitales
físico, humano, social, natural y cultural, re-
lacionados entre sí y a partir de los cuales
se establecen líneas de acción que llevan a
mejorar las condiciones de los pobladores
en las comunidades.
Se está cerrando un ciclo largo en que los proyectos de inversión no tenían
porqué reparar en su impacto ambiental y social. Asimismo, los proyectos gu-
bernamentales no pueden responder solo a una visión político-electoral. Más
allá de las definiciones tradicionales de retornos a la inversión, cada proyecto
debe responder a planteamientos sólidos en materia de rentabilidad económica
y financiera, pero también de rentabilidad social.