BRUJULA CIUDADANA Ciudadanía activa y enérgica | Page 8

Brújula Ciudadana 106 6 nación, la exclusión y el autoritarismo, ahora exacerbados por la corrupción y la violencia), algunos ciudadanos y ciudadanas decidieron organizarse y constituirse como organizacio- nes no gubernamentales. Las primeras que surgieron fueron organiza- ciones que iniciaron su trabajo en el territorio para ayudar a mejorar las condiciones de producción y comercialización de pequeños productores campesinos, apoyar su organi- zación para enfrentar los mercados desigua- les y defender sus derechos a los recursos naturales; otras empezaron a promover y defender los derechos humanos de grupos históricamente excluidos como los indígenas y las mujeres; y otras más, surgieron promovien- do la organización y movilización de grupos urbanos populares frente a un acelerado, desordenado y excluyente poblamiento de las ciudades. Aparecieron también algunas or- ganizaciones en defensa del medio ambiente y de los recursos naturales. Todas tenían un origen y objetivos totalmente distintos a las viejas instituciones de asistencia privada, o de aquellas que defendían derechos de sus agremiados como los sindicatos y las organizaciones patronales, o las promovi- das por los partidos políticos de militares, campesinos y profesionistas o de los clubes deportivos, religiosos o filantrópicos. Panorama actual de las organizaciones Con la aprobación en 2004 de la Ley Fe- deral de Fomento a las Actividades reali- zadas por Organizaciones de la Sociedad Civil (LFFAOSC), se adoptó una definición de sociedad civil que comprende tanto a las organizaciones que prestan asistencia social, promueven el deporte y la cultura como a las que anteriormente se denominaban organizaciones no gubernamentales (cívicas, desarrollo comunitario, defensa de derechos humanos, promoción de la igualdad de género, ambientalistas, apoyo a la economía popular, entre otras). Las organizaciones de la sociedad civil com- parten las características de una sociedad desigual, heterogénea, diversa y compleja como la mexicana. Son muy diversas entre sí, respecto de sus objetivos, sus actividades, sus recursos, sus aportes e incluso en térmi- nos de independencia y autonomía respecto de las organizaciones políticas, de grupos de interés o de las instituciones del Estado. Es un error descalificarlas como si fueran un todo homogéneo o como si todas fueran interme- diarias entre las instituciones y la población y representaran una carga para el erario público. La mayoría de las organizaciones de la so- ciedad civil no hacen intermediación entre